Sociopolítica

Guerra de tronos 2030 (II)

¿Cuál será el mapamundi económico y geopolítico de las próximas décadas? De mantenerse las actuales tendencias, Estados Unidos, China e India serán los principales señoríos de la Guerra de Tronos, los que competirán en el que será su principal escenario: el asiático. Y, liderando sus respectivas regiones, Brasil, Sudáfrica, Turquía, los países árabes del golfo y Rusia serán relevantes en el gran juego.

En Europa, Reino Unido parece destinada a culminar su tendencia a convertirse en una pintoresca provincia de Estados Unidos, y Alemania, a convertirse en la cabeza de un pequeño club continental fuerte en lo financiero y económico, pero no tanto en lo político y militar. Los hispanos serán un gran actor humano, lingüístico y cultural en todas las Américas. A mediados de siglo, constituirán un cuarto o hasta un tercio de la población de Estados Unidos, convertido en un país bilingüe.

Estados Unidos comenzó a angustiarse por su decadencia a finales de los  setenta y comienzos de los ochenta, con Vietnam, Watergate, la estanflación, la crisis de los rehenes de Teherán y la pujanza económica japonesa. En 1984 Ronald Reagan le devolvió un optimismo confirmado por su triunfo en la guerra fría. Sin embargo, como escribió en 2008 el politólogo Parag Khanna , “la era unipolar bajo hegemonía norteamericana solo duró en realidad la década de los noventa”, los tiempos de Bill Clinton. Georges W. Bush dilapidó parte de su capital al arruinar sus finanzas federales, lanzarse a la desastrosa aventura de Irak y convertirse en el epicentro de la gran crisis financiera mundial.

En 2008, el periodista Fareed Zakaria publicó, The post-American world (El mundo después de USA), donde lo daba por hecho, antes de la catástrofe de Wall Street. Ahora Barack Obama constata que la influencia de su país recula tanto en lo político, cultural y moral —el poder blando teorizado por Joseph Nye— como en lo económico —pérdida de peso relativo en el PIB mundial y descomunales cifras de déficit comercial, presupuestario y deuda pública—.

Pero EE UU está muy lejos de un colapso semejante al del imperio romano. Tiene activos poderosos: un sistema financiero que, aunque desprestigiado, es la primera referencia mundial; una gran producción industrial; marcas y empresas implantadas en todas partes; universidades prestigiosas; una incesante oferta televisiva y cinematográfica; la genialidad tecnológica de Silicon Valley; un mercado de trabajo atractivo para talentos extranjeros y una incombustible capacidad para levantarse tras las caídas. Last but not least, es una potencia militar sin parangón.

“Estados Unidos”, dice Paul Kennedy, “no es un coloso impotente, lo que ocurre es que las cosas están volviendo a la normalidad, está pasando de ser un imperio universal a un gran país, y eso es bueno”. Su talón de Aquiles es que “cuente peligrosamente con los otros Estados para financiar sus déficits. El poder militar no puede reposar en estos pies de barro, no puede depender indefinidamente de acreedores extranjeros”.

Global Trends 2030 es un gigantesco estudio sobre las tendencias mundiales de aquí a 2030 que está siendo llevado a cabo por think-tanks norteamericanos y que será difundido tras las elecciones de noviembre. En sus augurios económicos Estados Unidos, con un crecimiento medio del 2,7% entre 2010 y 2030, confirmaría su pérdida de peso económico relativo, pasando su participación en el PIB del G-20 de un tercio a un cuarto. Porque un estallido de la zona euro provocaría al otro lado del Atlántico otra crisis financiera y una nueva recesión de consecuencias impredecibles.

Europa se ha convertido en un problema. Lo triste es que era vista como la solución. En 2004, Jeremy Rifkin publicó The european dream (El sueño europeo), en el que afirmaba que la visión europea (asociación de Estados democráticos, combinación de libre mercado con protección social, defensa del medio ambiente, acción internacional pacífica y gusto por la calidad de vida) no iba a tardar en eclipsar en la escena global al Sueño Americano. Y en 2008 el profesor Parag Khanna predijo en The New York Times Magazine que Estados Unidos tendría que compartir la hegemonía en el siglo XXI con China y con una UE a la que elogiaba admirado.

Ahora, incapaz de resolver una crisis del euro que ha revelado lo disparatado que era crear una unión monetaria sin gobierno económico común, la Unión Europea parece agonizar. Proyecta la imagen de una fortaleza cerrada a las mercancías, las personas y las ideas del resto del planeta, una gerontocracia que da lecciones moralistas y se acobarda ante la acción, un club incapaz  de socorrer a sus miembros más débiles y dirigido por una Angela Merkel cuya única visión consiste en imponer al resto el dogma presupuestario alemán.

 

Javier Valenzuela

Periodista

Sobre el autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.