Sociopolítica

Apostasía del españolismo

Sin España, los problemas del españolismo

difícilmente podrán perturbarme

Apostasía del españolismo

Ya he comentado en múltiples ocasiones cuánto se ha hablado, discrepado y discutido sobre el concepto de España, el problema de España y el futuro de España.

Se ha analizado hasta la saciedad el origen del paletismo español, del complejo español y cuáles podrían ser las posibles soluciones a dicha situación. Nos preocupaba España y por eso discutíamos sobre España (si eso realmente es posible, claro).

Ahora bien. Quizá ha llegado el momento de dar la vuelta a la tortilla y dejar de ver a España como problema para plantearse España como una solución a sí misma, o mejor dicho, ha llegado el momento de plantearse si la solución definitiva al problema de España es la renuncia a España.

Si tanto hemos debatido sobre si España es una nación o una nación de naciones, si es más estado que nación, o solo país, o si realmente hay un sentimiento español verdadero… es porque o no hay solución al bucle infinito de la existencia de España, o porque estábamos enfocando mal el problema. Y yo creo que la solución es una mezcla de ambas: España no existe ni debemos empeñarnos en que exista.

Ha llegado el momento de plantearse

si la solución definitiva al problema de España

es la renuncia a España

La renuncia a España en todas sus vertientes no es el mero resultado del hastío que producen los crónicos problemas de España, es decir, los separatismos, nacionalismos, izquierdismos y demás parasitismos, sino la imposibilidad de encuadrar España dentro del mapa globalizado europeo y mucho menos del mapa internacional. España es una anécdota mal contada dentro del panorama internacional.

Leyendo estas líneas detenidamente, me doy cuenta de que igual he cometido un error, y es que realmente a lo que hay que renunciar, lo que hay que obviar, no es España en sí y por sí, que diría Unamuno, sino que a lo que hay que renunciar es a ser español y progresivamente, a sentirse español.

Y renunciar a ser español no es un triunfo del catalanismo aburguesado y rancio, ni del vasquismo filoterrorista, sino que es la única vía de escape posible para que los ciudadanos españoles podamos optar a la cura de nuestro paletismo innato, congénito e inherente y tratar así de participar como ciudadanos iguales dentro del mundo globalizado, liberal y democrático, en el que nos encontramos.

España es una anécdota mal contada

dentro del panorama internacional

Si renunciamos a ser españoles, se nos quitarán los complejos, tendremos valor y seremos capaces de salir de la atrasada España que nos impide el progreso, ya no solo en lo profesional, sino también en lo personal. La reforma y el progreso, en lo social, en lo económico, en lo científico y en lo moral no son posibles desde España; solo son posibles sin España y desde fuera de España.

Por eso yo hoy apostato de mi condición de español, al menos en la parte teórica. Y espero hacer lo propio en la parte práctica en cuanto me sea posible. Mi problema ya no será la escolarización de mis hijos en español, sino el sotaque (que dirían los portugueses) de las lenguas que van a hablar. Mi problema ya no será asistir a una convención científica europea y que me critiquen en mi propio centro de trabajo, sino que la convención se realizará, probablemente, al lado de mi lugar de trabajo. Sin España, los problemas del españolismo difícilmente podrán perturbarme.

Sobre el autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.