Sociopolítica

Un sueño. El sueño

Me despierto sonriendo. Contemplo, durante unos minutos, la habitación. Todavía permanece en penumbra. Acto seguido, me levanto, preparó café…

Enciendo el ordenador y me dispongo a leer las noticias. En ese preciso instante me doy cuenta de que mi sonrisa se debe a un bonito sueño, de esos que no acostumbran a presentarse. Ante la segunda noticia sobre economía decido apagar el ordenador e intentar recordar el sueño. Hoy no me apetece afrontarla realidad.

Cierro los ojos, las imágenes que se sucedían durante la pasada noche aparecen de nuevo:

“Salía del portal, todo el mundo sonreía y se daba los buenos días, se felicitaban. Yo les miraba y me preguntaba el por qué, al acercarme a comprar el periódico no podía aguantar mis ganas de saber lo que estaba pasando, y le preguntaba al quiosquero:

― ¡Matías! ¿Qué ha pasado?―

― ¿No te has enterado? ― Respondía él, muy alegre.

― No, me acabo de levantar― Añadía yo, aún más impaciente.

― Toma, léelo por ti mismo― Concluía Matías entregándome un ejemplar del periódico.

Al echar un vistazo a la portada casi me desmayo, por lo que decido sentarme en un banco del paseo. Con letras muy grandes, y ocupando toda la portada, el titular señalaba la paz mundial.

Recuerdo tener que respirar profundamente para proseguir con la lectura.

En la siguiente página aparecía una foto de Obama estrechando la mano de King Jong-il. A continuación se detallaba un pacto para la desactivación de todas las armas nucleares.

Una sensación increíble me hacía estremecer, comenzaba a llorar de alegría. Con las lágrimas deslizándose por mis mejillas, continuaba leyendo.

En la siguiente página aparecía una foto del Papa, El Dalai Lama y un hombre con atuendo islámico que se destapaba la cara. La noticia hablaba de un acuerdo para el respeto de todas las religiones, y la idea de instituciones donde se podrían estudiar todas ellas. Habían llegado a la conclusión de que, en base, todos los textos religiosos se referían a lo mismo: El respeto y la fe; También habían llegado a la conclusión de reunirse periódicamente para decidir, entre todos, la mejor manera para responder a las preguntas espirituales de la humanidad.

Recuerdo la sensación que experimentaba entonces, cuando una carcajada enorme y un llanto escandaloso se unían para producir uno de los sonidos más bellos que mi garganta había emitido.

En ese momento decidí entrar en el bar de Ramón a pedir una botella de agua, tras el sonido propalado por mi garganta, ésta se había secado por completo. Al dirigirme a la barra, la gente me abrazaba, se abrazaban entre ellos. Aquello era maravilloso.

― ¡Ramón! ― Grité-

― ¡Muchacho! ¿Qué quieres tomar?  Tenemos que celebrarlo ― Exclamó él a continuación.

― Solo agua, necesito salir de nuevo a que me de el aire― Añadí.

― ¡Toma! ― Exclamó, al mismo tiempo que saltaba la barra.

Tras un largo abrazo me dispuse a pagarle, pero él rechazó el billete de cinco euros dándome un manotazo. A continuación gritó ― ¡El dinero ya no existe!―

Al oír esto me desmayé. Cuando recobré el conocimiento estaba tumbado en el césped, Ramón agitaba mi periódico para que me recuperara. Totalmente descontrolado, le arrebaté el periódico y continué leyendo. Él se marcho corriendo al bar, abrazando a todo aquel que se encontraba por el camino.

A continuación me incorporé, tras la noticia de las religiones, figuraba otro titular enorme: Cambio histórico en el sistema económico y social. Detallaba que los líderes políticos se habían reunido y habían decidido unificar todos los sistemas económicos; Anulando toda moneda en circulación. Cada persona debería contribuir con un empleo a la sociedad, el que quisiera. Aquellos empleos ante los que hubiera más demanda, recibirían beneficios sociales y materiales. Todas las personas tendrían derecho a vivienda y una vida digna. Únicamente presentando la identificación que acreditaba la situación laboral, se podrían adquirir todos los bienes materiales, salvo aquellos más lujosos, los cuales estarían destinados, únicamente, a las profesiones mas demandadas.

También se informaba sobre la educación libre para todo aquel que quisiera formarse, accediendo a ella bajo previo examen específico.

Continuaba leyendo, emocionado, mientras las lágrimas seguían brotando de mis glándulas de Meibomio.

En la siguiente página se hablaba de la reunión que mantendrían, al día siguiente, los líderes políticos y los líderes religiosos de todos los países, con el fin de encontrar una solución a todos los conflictos. Adelantaban que todas las parcelas de terreno del mundo, pertenecían, a partir de ahora, al colectivo mundial, y todos los ciudadanos podían moverse libremente por ellas.

No podía creer lo que estaba leyendo, pensaba que alguien, tarde o temprano, y según su ideología se opondría al cambio; Por lo que decidí dejar de leer y hablar con la gente para comprobar, en primera persona, lo que estaba sucediendo.

Decidí llamar a un amigo, el cual aboga por la independencia del País Vasco, un tío bastante extremista con el que siempre acababa discutiendo, pero en el fondo con muy buen corazón. Le pregunté por su opinión acerca de todo lo que estaba sucediendo, me respondió que no sabía el por qué, pero aquella mañana se había levantado con un punto de vista completamente diferente sobre todo. Sentía que todos los hechos anteriores pertenecían al pasado, que había que dar un paso más. Sentía que ya no había fronteras ni razón alguna por la que luchar, que todas las personas eran libres para aprender el lenguaje que quisieran; Sentía un profundo respeto y admiración por todos.

Seguía sin creer lo que estaba escuchando, pero lo sentía tan intensamente que comencé a dar saltos y abrazar a todo aquel con el que me cruzaba, todos compartíamos la misma sonrisa.

Comencé a preguntar a la gente por la calle si sentían lo mismo que me había comentado mi colega, todos ellos coincidían en que se habían despertado con esa sensación de unión y respeto por los demás seres. Con una misma idea sobre la forma de organizarse, de convivir.

Tras abrazarme con unas cuantas docenas de personas, volví al bar de Ramón, esta vez le pedí un pacharán. Sacó una botella y comenzamos a brindar. Mientras, en la televisión se sucedían las entrevistas a personas por todo el globo terráqueo, todos coincidían en la misma sensación al despertar aquella mañana.

Cerré los ojos mientras brindaba, nuevamente, con Ramón. Una sonrisa enorme se dibujó en mi cara…”.

Ese fue el momento en el que desperté, con la misma sensación y la misma sonrisa. Ambas desaparecieron al comprobar que todo había sido un sueño.

Ahora recuerdo que la noche anterior había leído aquel famoso discurso pronunciado por Martin Luther King, el 28 de Agosto de 1963; Rodeado de miles de personas de todas las razas en Washington.

Ese inconmensurable momento de la historia sirvió para recordarnos que los hombres somos capaces de reunirnos por un bien común olvidando nuestro odio y nuestro rencor; Así como que los sueños se pueden llegar a cumplir.

PAZ

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Sobre el autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.