Sociopolítica

En tránsito

Son la decoración de las terminales. La vileza del ser humano y la vorágine económica les ha convertido en individuos residuales de una realidad que ya no es la suya. A la que no discuten, ni cuestionan, sólo evitan. Acurrucados, colocan su banco de espaldas a la sociedad y se echan la manta sobre la cabeza donde pueden crear su propio mundo. Son los cerca de un centenar de desconocidos que infestan las terminales del aeropuerto de Madrid Barajas al caer la tarde.

El personal del aeropuerto dice de algunos de ellos que están medio locos. Si es cierto o una mera estratagema para mirar de frente al mundo, lo deciden ellos. Son barcos a la deriva bajo un techo de ilusiones, de viajes, de tránsito que nunca descansa. Viven en un microcosmos donde los silencios gobiernan las pasiones, especialmente por las noches. Tratados como número, como mera estadística hace algo más de un año fueron barridos del mapa. Acabaron en recursos municipales, albergues. A partir de ahí, se pierde la pista de muchos de ellos. La actuación conjunta de la dirección del aeropuerto de Barajas, con Cruz Roja municipal, Samur Social y Comunidad de Madrid desbarató la pequeña colonia que colapsó la zona pública hace meses.

En palabras del jefe de prensa de AENA, el número actual es muy reducido. De hecho su gabinete no maneja datos exactos. Afirma desconocer el número de personas que hay ahora, en todo caso ínfimo. En cuanto a su categoría trata de evitar cualquier término peyorativo: “Nosotros no podemos decirle: oiga, usted es un indigente, puede ser un pasajero o pueden darse mil circunstancias”. De hecho, comenta que se ha dado algún caso contradictorio. Como el de un señor que no tenía buena relación con su mujer y vivía con una pensión mínima, por lo que a modo de solución se refugiaba en el aeropuerto. “Entonces claro llamarlo indigente, me parece un poco arriesgado por nuestra parte” añade.

Desde el departamento de comunicación de SAMUR Social, uno de sus miembros afirma que acuden a las diferentes terminales dos veces a la semana. Por lo demás sólo puede esclarecer que “son unas quince personas las que suelen estar allí, cuando aprieta un poco el frío suele ir alguna más”. El protocolo de actuación consiste en ofrecerles un recurso municipal. A partir de ese momento, los que deciden si aceptan la invitación son ellos. De esta forma concluye que “en caso afirmativo se les traslada a algún albergue, pero en ningún momento se les obliga”.

La policía, así como las propias fuerzas de seguridad privada del aeropuerto patean las noches solitarias de Barajas. Tres profesionales de ambos cuerpos coinciden en el comportamiento generalmente pacífico de los susodichos. Sí que es verdad que confirman que hubo alguna época en que “venía alguno un poco más problemático”. El trato que mantienen es mínimo. Hay veces que se ven obligados a invitarles a modificar la situación de su asentamiento. Sobre todo en las zonas principales en momentos de mucho tráfico de pasajeros: “les pedimos que a partir de las 6 no estén tirados por el suelo”.

Pero la realidad, al menos la de los olvidados de esta historia, no es igual al discurso predicado por las instituciones públicas. El aeropuerto de Barajas cuenta con más de cincuenta personas pasando la noche entre las cuatro terminales. La mayoría de ellos no quieren conversar y mucho menos ofrecer sus datos y experiencias más personales. Colaboran en su propio anonimato. Son tipos sociales carcomidos por un problema que les ata al calor del aeropuerto. Muchos de ellos no son santos, posiblemente tampoco cuenten toda la verdad. Han cometido errores graves a lo largo de su trayectoria vital, pero tienen derecho a otra oportunidad que no vislumbran. Otros están en un proceso de tránsito. ¿A dónde? Una mujer a Estados Unidos a visitar a sus hijos, lleva ya más de 6 meses en la T4. Un hombre espera a que venza la orden de alejamiento que pesa sobre él y de esta forma volver a ver a sus hijos. Lo tiene difícil. Y uno de los más veteranos… sólo se dedica a respirar.

 

Adrián Blanco Ramos

Periodista

Sobre el autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.