Sociopolítica

El año que nos viene

Por el momento parece que vamos sobreviviendo. Hemos pasado por encima de algunos de los acontecimientos más excelsos de los últimos tiempos y todavía estamos aquí.

Nada relevante ha acontecido tras las fatídicas predicciones cósmicas de los mayas del 21 de diciembre. Por supuesto no nos ha tocado la lotería y hemos vencido estos días de cenas y felicidad de obligado cumplimento ante mesas repletas de manjares y ansiedades sobre las que siempre hay alguien que se encarga de servir platos avinagrados que combaten la buena convivencia. Hemos visto y oído el discurso aguado del Rey, sobre el que se han vertido toda clase de elogios y críticas y, a cerca del cual, se han elaborado los más exhaustivos análisis de forma y contenido.

Supongo que sobreviviremos también a las campanadas de fin de año (a no ser que alguien se atragante con las uvas o por algún encendido comentario de los presentes) y nos presentaremos sin más ante un 2013 que debería sonar a prometedor, un año lleno de días por estrenar. Un ejercicio que, sin embargo y según los más sesudos (digno trabajo de análisis, por cierto), se presenta difícil y plagado de retos.

Desde luego no hace falta ser un lince para saber que los meses venideros no van a ser fáciles para casi nadie: los funcionarios lo comienzan sin su paga extra, aunque retenida como si la hubiesen cobrado; los parados con su subsidio menguado o finalizado; los que logran conservar el empleo atados entre eres e incertidumbres; los pensionistas (y cuantos viven de ellos) con su paga congelada y casi todos nosotros sosteniendo trabajosamente una esperanza que parece apagarse al tiempo que se escurre entre los dedos sin poderlo evitar y todo bajo un escenario plagado de mareas de protesta de todos los colores imaginables.

Y es que la gente comienza a estar harta. Harta de esa amargura que produce ver un horizonte sin luz que alguien deliberadamente ha apagado y en el que la noche cerrada amenaza con tragarte. Porque estos días en los que parecemos olvidar un poco estos desdenes gracias a familiares y amigos (aunque el tema de sobremesa sea recurrente) pasarán, y el año nuevo nos saludará, inhóspito, de la misma forma que se ha marchado el 2012.

Por eso insisto en la luz de la esperanza que hay que mantener viva. En una ilusión que debemos de sostener en todo lo alto para evitar que esos de ahí arriba, esos gobernantes despiadados que se fuman un puro y sonríen mientras ven las protestas en televisión, crean que se están saliendo con la suya. No les pertenecemos.

Así que esperemos que este año venidero sea aquel en el que los coachers, los manidos libros de autoayuda, los técnicos de empleo, los charlatanes de la inteligencia emocional y los sicólogos esos que tanto saben de mediación asistencial, vayan menguando en número y atribuciones. Será la señal de que ya no nos hacen falta. Ni ellos ni los del puro.

Por todo eso y por mucho más de lo bueno que sin duda vendrá, feliz Año Nuevo.

Sobre el autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.