Sociopolítica

España, la Corte de los Milagros

España es un país en estado de shock. Entre paralizados, agitados, movilizados, asombrados y cabreados por lo general,  asistimos al espectáculo dantesco que nos ofrecen los llamados medios de comunicación, y eso que callan más cosas de las que nos dicen y debieran. Aún así,  no pasa día sin que nos enteremos de dos tipos de noticias  a cada cual más insoportable y dolorosa para la mayoría: más recortes, más  paro y pobreza y más corrupción. Y es que este país se ha convertido en exportador de cerebros e importador de mafiosos. Por si no teníamos bastantes con los nuestros, encumbrados a fuerza de engañar  con promesas electorales, encumbrados  con títulos nobiliarios o con títulos de la Bolsa, encumbrados a fuerza de engrosar sus cuentas privadas con nuestro dinero público, encumbrados por fabricar burbujas que se rompen o encumbrados por sucederse unos a otros por los siglos de los siglos, nos han ido llegando otros aspirantes a encumbrarse: bandas organizadas de violentos  de todos los continentes, desde la lejana China a la próxima Europa.”¿Y por qué nosotros no?” pensarán sin duda. Esta debe parecerles una tierra de promisión tanto como  de permisión, pues a fin de cuentas pasa como con el Rey: también la figura de estos parece  inviolable y no estar sujeta a responsabilidad penal.

Conocemos o sospechamos las secretas conexiones que existen entre encumbrados de aquí con los aspirantes de fuera, lo cual difícilmente se airea, pero, como dicen de las meigas: “haberlas, hay las.”  ¿Recuerdan aquel  “Vente a Alemania, Pepe” de nuestra emigración de los sesenta? Pues lo mismo; pero aquí podría ser “Vente a España, Vladimir” o “Vente a España, “To Chi Nim”…” que todos cabemos, y atan a los españoles con maromas, mentiras oficiales  y decretos leyes”.

España… tierra de promisión para vagos y maleantes, estos  sí, y no los que señalaba  el  general levantisco que destrozó este país por un siglo o más, y  que perseguía a quien no debía   mientras encumbraba  a tantos de los que hoy tienen manchada   con su presencia la piel de toro  de Iberia como cuando a un campo de trigo – en España abundan- le van saliendo malas hierbas. Y días hay en que estas se hacen notar tanto que apenas dejan ver el trigo.

Ya nos habíamos acostumbrado a pensar que nos las teníamos que ver tan solo con  las mafias de casa y otras, como multinacionales americanas y la Iglesia, pero poco a poco se van incorporando otros fichajes, el último de los cuales es la Camorra italiana. Ahora dirán: “Vente a España, Antonino, que nos vamos a encumbrar”. Y se  frotan las manos mientras hacen las maletas. Como  lo semejante atrae a lo semejante, es natural que vengan aquí los sujetos más impresentables del mundo, desde los que tienen casinos sin regla moral alguna , a los que atracan  viviendas o negocios  con tecnología militar  o venden cosas que el código penal considera ilícitas.  Pues  al fin y al cabo, ¿dónde hay más semejantes a todos esos  que en España, donde el número de administradores públicos corruptos por habitante supera la media mundial y acaso  le da dos o tres vueltas?

El caso es que tenemos que reconocer que  tanto unos como otros  lo están haciendo con astucia, en momentos en que resulta difícil prestarles atención,  intensamente ocupados como estamos en ver si hoy nos hacen un ERE, o privatizan la empresa y despiden a mansalva, o tal vez si nos van a desahuciar, y ese largo etc., pues  en el país de mayor  paro del mundo no descansamos.

Agónico es la palabra que define el estado de esta nación  por culpa de tantos encumbrados  y aspirantes como cada día nos viene a recordar la prensa. Y en esta “Corte de los Milagros” que ha resultado la borbónica, los jueces parecen encontrarse  en estado catatónico y por eso algunos no distinguen a un presunto más con carros de supermercado repletos de billetes de sospechoso origen, detenido y excarcelado a las pocas horas y no por falta de pruebas, sino porque  un juez se  ha  equivocado de impreso.

España…tierra de promisión. No sabemos si quedan por ahí más mafias haciendo cola, pero  habría que decirles que aquí ya estamos al tope y que se vayan a Finlandia si se atreven. Y a los de siempre de aquí, caciques o no, políticos o no, banqueros o no, que  viven en grandes mansiones, en palacios, y hasta se escudan en las catedrales, decirles que se marchen a vivir a uno de esos sus paraísos fiscales y dejen limpio el país, pero no como ellos lo hacen a diario, sino limpio de ellos, de sus presencias, vamos. A ver si por fin nos sale el sol. Entre tanto haremos lo que podamos para que se vayan pronto y descubran dos cosas: que tienen algo secuestrado bajo siete capas que se llama conciencia, y que hay vida más allá de la indecencia.

Sobre el autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.