Karma

Madre

Viajaba en el tiempo y percibí un momento en que mi vida celestial se encontraba frente a una mujer, mi madre, quien sonreía con gestos de dolor y de sufrimiento por haber hecho realidad el Misterio de la Creación: el nacimiento de un nuevo ser: su hijo.

Foto: gentileza de Carmen Berges, acuarelista

Foto: gentileza de Carmen Berges, acuarelista

Seguí viajando en el tiempo y percibí el amor de una madre integra, honorable, que se esforzaba en que su hijo fuera un ser excepcional en costumbres y buenos hábitos, siendo responsable de sus actos y comprometido con el amor por la vida y el respeto a los demás.

Proseguí en ese viaje en el tiempo, y continué percibiendo la mirada de una madre sorprendida por los mensajes de la vida; dispuesta a consagrarse como mensajera del cielo; a preocuparse de la parcela terrenal, donde su cercanía debía estar protegida y educada en los Valores Tradicionales del Universo,  y presta a habilitar a un hijo en el proceder mas profundo de la existencia.

Reanudé de nuevo ese preciado y maravilloso viaje en el tiempo, y vi a una madre con una túnica blanca desprovista de un cuerpo mortal, cuya mirada penetraba en lo más hondo de mi corazón. Sonreía, y unas dulces voces etéreas llegaban a mí, agradeciendo mi pequeña vocación humanista y encantada de haber sido partícipe en la continuidad de la Raza Humana.

Tuve el privilegio de haber tenido una madre, como ser sabio e inteligente, que me aportó las Grandes Enseñanzas del Código del Amor Universal.

Este Ser Divino, como tantos encarnados en mujeres madres, nos conducen y alimentan con la Sustancia más Sagrada de la Creación. Ellas son las copartícipes de Nuestros Guías Espirituales, las que nos instruyen en el Verdadero Camino del Amor.

La verdadera madre es la luz del Espíritu Divino Viviente

Sobre el autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.