Sociopolítica

Adiós Rajoy, adiós

Mariano Rajoy suele repetir con cierta frecuencia la frase “trabajaré para recuperar la confianza” y es cierto que quizá lo piense e intente, pero la realidad no le acompaña, habiendo defraudado y desperdiciado la confianza en él depositada.

Nadie o muy pocos comparten sus prolongados silencios, incertidumbres y cobardías. Considerar que los problemas, se resuelven abordándolos tarde, mal y nunca, es una falacia. Nada se soluciona por si sólo y con su teoría de la postergación solo logra exasperar a militantes y votantes del PP, que cada vez son menos a tenor de las encuestas.

La permanente inclinación del presidente del Gobierno a la autojustificación, en ocasiones, resulta irritante. Actúa como el Oráculo de Delfos que siempre prometía, pero sin aclarar como ni cuando. Por ejemplo, al mencionar la crisis, afirma lo siguiente “no es fácil, los resultados no han llegado a los ciudadanos, llevará su tiempo pero llegarán”. Este es su mantra preferido, pero ineficaz de todo punto.

Años atrás, cuando el índice de paro superó la barrera del 20%, la sociedad vivía abrumada; ahora vamos camino del 27% y apenas se cita, para lo cual nos entretienen con los sobres y papeles del ex tesorero Bárcenas, la cacería del Monarca con la ‘entrañable’ Corinna, la imputación de la Infanta y las golferías de su marido Urdangarin, por aludir a algunos casos , pero ni una sola medida verdaderamente eficaz para la creación de puestos de trabajo, la imprescindible reforma de la Administración, regulación de la huelga y una nueva ley electoral. Cambios totalmente necesarios si se pretende seriamente actuar como un país democrático, perteneciente a la UE y acabar con la corrupción; algo que jamás alcanzaremos mientras prevalezca el sistema de listas cerradas.

Sobre las vicisitudes de la Casa Real y definir su situación actual, nada mejor que acudir al diccionario de la Real Academia Española y leer el significado de la palabra “zozobra” (inquietud, aflicción, congoja del ánimo que no permite el sosiego, por el riesgo que amenaza o por el mal que ya se produce). La ilustre periodista Victoria Prego escribe en el diario El Mundo que: “pensemos en España antes que en la Corona, por decirlo con cierta grosería”. ¿Grosería por qué? ¿En qué sentido? Es lo lógico. Tal manifestación no deja de ser una sandez. Tanto el Rey como los restantes miembros de la egregia familia deben ser consecuentes y responsables de sus aciertos y equivocaciones. Si la imagen del Rey se ha deteriorado en los últimos tiempos solo él es culpable como reconoció públicamente, pidiendo perdón ante sus administrados y prometiendo que no volvería a ocurrir. Los españoles no somos rencorosos pero sí tenemos memoria.

Mención aparte, pero asquerosamente intolerable, es que mientras millones de españoles hacen milagros a diario para mantener su supervivencia, se ven en la obligación de soportar a personajes como el tal Urdangarín, a quien le parecía escaso el sueldo que percibía de Telefónica en EE.UU, superior al millón y medio de euros, renunciando a ello para regresar a España y dedicarse presuntamente al fraude consentido, timo y apropiación indebida del dinero de los españoles, deporte que practican con gran habilidad otros tantos golfos cuya catadura y ambición no tiene límites.

Los monarcas necesitan el respaldo del pueblo para mantenerse, pero si éste desaparece, no es ningún desdoro plantearse la abdicación y ceder el trono al príncipe Felipe, quien cuenta con todo el apoyo de los españoles, por su preparación e impecable trayectoria.

Dado que las desgracias nunca vienen solas, ahora, para añadir más inmundicia a la deteriorada imagen de Casa Real, la red de redes ha sido invadida con informaciones que apuntan a la princesa consorte, y que indirectamente involucran a su marido, Felipe de Borbón. En efecto, se trata de un acto atentatorio contra la intimidad, relacionado con la vida anterior de Letizia, toda un agresión inadmisible que no admite justificación alguna en pleno siglo siglo XXI y desconociéndose por el momento si obedece exclusivamente a una venganza, dinero, o existen otros móviles ocultos.

Adiós, Princesa, de David RocasolanoNo parece comprensible que lo sucedido haya escapado al control de la Zarzuela, si bien, lamentablemente, la publicación del libro, “Adiós, Princesa”, cuyo autor es David Rocasolano, primo hermano de la princesa, aparecerá en casi todas las librerías de España dado que el morbo es inevitable y la curiosidad infinita. Sin duda es muy triste lo ocurrido, pero tras este último acontecimiento, el príncipe caerá bajo el foco crítico de la opinión pública, cuyo retorcimiento permanece perfectamente entrenado con los: Gran Hermano, Sálvame y otras lindezas televisivas con que suele obsequiarnos cierta cadena de TV, altamente preocupada por elevar el nivel cultural e intelectual de la ciudadanía. El daño ya está hecho y solo acaba de empezar, puesto que ahora intervendrá el llamado periodismo de investigación para investigar quien ha urdido y está detrás de esta repugnante trama, digna de culebrón sudamericano y que fines se persiguen con ella.

Nunca España estuvo tan necesitada de buenas noticias, pero tal como estamos comprobando, no figura en la agenda de nuestros gobernantes tal intención. El presidente Rajoy tenía previsto difundir que lo peor de la crisis ya había pasado, pero al parecer no es así en opinión de la UE , con lo cual nos liberará de tener que soportar otro camelo más. Lo dicho don Mariano, a este paso no habrá segunda legislatura para vd. en La Moncloa.

Sobre el autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.