Ciencia

Dietas y alimentación: Gracias mamá, gracias abuela

La sabiduría de las madres y abuelas se pierde y los especialistas andan dando palos de ciego.

Siempre critico los estudios que se hacen acerca de la alimentación y la nutrición, ya que considero que se están dando vueltas en círculo. Pero hoy me he reído, al leer las conclusiones de un nuevo estudio publicado en la revista Food Quality and Preference, donde ha participado una española que ha podido hablar de los resultados para SINC (Servicio de Información y Noticias Científicas). El estudio se ha realizado partiendo de la creencia de que todos los niños tienen preferencia por el azúcar y las grasas. Sin embargo, las madres y las abuelas, sabemos sobradamente que no es así. Y, como era de esperar, los resultados han sido que las preferencias de los niños dependen de factores culturales. Pero las madres vamos más allá: sabemos que las preferencias alimentarias de los niños dependen de su individualidad.

El problema de estos estudios no es sólo que se gaste dinero partiendo de una creencia errónea, para llegar a una premisa de sentido común que no hacía falta investigar, sino que lo peor es que se emplean estos resultados para seguir expandiendo la dictadura dietética de los países desarrollados. Encima, se emplearán los factores culturales para utilizar algún tipo de discriminación, como por ejemplo, a los niños que les gustan las galletas ricas en grasa, se les darán pobres en grasa y si les gustan los zumos azucarados, se les darán sin azúcar. Eso ocurriría en los centros escolares. ¿Qué se conseguirá con esto? Sencillo: que fuera de los centros, los niños y los padres hagan lo que les dé la gana, como ha hecho siempre el ser humano desde el inicio de los tiempos. Cuantas más reglas nos impongan, más reglas violaremos, sobre todo cuando estas reglas provienen de personas que no se están ganando nuestro respeto como autoridades en materia de alimentación.

Cuando estudié Dietética y Nutrición, afortunadamente me tocó una época en que la seriedad y el rigor científico eran una norma en las ramas sanitarias españolas. Recuerdo perfectamente que ningún especialista en su sano juicio creía, ni decía, que todos los niños del mundo poseen los receptores del gusto preparados para la preferencia por el azúcar y las grasas. Al contrario, se sabía sobre la individualidad y las costumbres culturales, que son las que desarrollan el paladar de la persona. Sin embargo, hoy en día parece que se les ha rayado el disco y están siempre repitiendo las mismas cosas.

Galletas María

Alfredo Enguix,1961. Foto Gonmi

El miedo a las grasas y al azúcar (sacarofobia) se está extendiendo como una pandemia. Señores, si no consumimos grasas y azúcares, nuestro organismo no funcionará correctamente. Pero no sólo eso, si imponemos unos patrones dietéticos que entristecen a los niños o les provocan algún tipo de sufrimiento (la psiquis infantil es muy susceptible), flaco favor les estamos haciendo a su salud y desarrollo.

¿Qué diferencia hay entre una ración de 50 g de galletas con 30% de grasas y una ración con 15% de grasas? Sólo 7,5 g menos de grasa. ¡Ridículo, una cantidad despreciable! Y con el azúcar lo mismo. Es más, con todas las funciones que desempeñan los ácidos grasos en nuestro organismo, preferiría que mi hijo se comiese la galleta con 30% de grasa y llevármelo a jugar a la pelota, que darle la galleta con 15% y que se siente a ver los dibujos animados. ¿Qué quiero decir con esto? Pues que se está poniendo énfasis únicamente en la nutrición, una nutrición cargada de miedos y prejuicios, y el factor “actividad física” siempre pasa a un sector secundario, por no hablar del placer que nos produce comer cosas que nos gustan.

Y todo porque a alguien se le ha ocurrido difundir el mantra de que “la comida no se debe utilizar para premiar”. Pues yo creo que toda la comida se debe considerar como un premio y no sólo debemos ingerirla para cubrir nuestras necesidades nutricionales, sino para disfrutar de ella junto con otras personas, como hemos hecho desde hace miles de años, ya que en nuestra especie comer es un placer, individual y social.

Creo que va siendo hora de que aumenten las horas de educación física, de que preparen las ciudades para que nuestros niños puedan salir a jugar sin problemas y de que se promocionen las actividades al aire libre y el deporte, accesibles para todos, en lugar de crear policías dietéticos e imponer normas que provienen del miedo. Y que en lugar de tratar a la población como si fuese una manada de ignorantes a los que hay que adoctrinar, que pregunten a las madres y abuelas y verán todo lo que se puede aprender de ellas.

Sobre el autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.