Sociopolítica

Distribución de cargas y sistema electoral

El saneamiento de la Política es como limpiar el cuarto de los trastos de las casas: no tiran los trastos viejos quienes los han guardado. Son otros quienes terminan tirándolos.

La vida política  está llena de clientes de los políticos.  Para sanear la política, se necesitan políticos nuevos, que no tengan deudas con esos clientes a los que los viejos políticos colocaron.

Los clientes los colocan los que tienen el poder: los partidos, y los clientes son de muchos formatos: banqueros, jueces, enchufados en la administración, grandes empresas y beneficiarios varios.

El problema está en que los partidos detenten excesivo poder lo que usan para beneficiar  a sus clientes; no tanto en que sean pocos o muchos partidos; ni en que sean de un signo u otro. Claro que cuando hay un solo partido es peor, pero ya que éste no es el caso,  cuando hay varios partidos y éstos tienen excesivo poder, continúa siendo un problema. Y tenemos toda clase de ejemplos: en el pasado, partidos únicos de un signo y  de otro lideraron a los países hacia guerras más o menos frías. .  En el presente: partidocracias en los países del Sur de Europa han sido potenciadores de efectos de crisis generales.

El caso que más conocemos es España, donde dos partidos grandes se intercambian el poder, dos o tres partidos más pequeños intentan participar del pastel  y unos partidos nacionalistas que se aprovechan de todo “lo que se mueve”.

El problema desde mi punto de vista no tanto son los partidos, como el excesivo poder que tienen y que permiten que sean sus “camarillas” los que manipulen todo para su beneficio y el de su “clientela”. Y ello a pesar de que como vemos continuamente en las encuestas, constituyan una de las preocupaciones más principales de los ciudadanos.

El excesivo poder de las élites políticas de España, está en el sistema electoral y sus listas cerradas, que les permite decidir quién está en Política. No es el pueblo quien tiene la última palabra.  Son los mismos partidos.

El efecto del clientelismo, favorecido por el sistema electoral, lo tenemos a la vista: los sacrificios que requiere  la salida de la crisis no recae en los clientes de los partidos; recae en los demás: los autónomos, los independientes; “poca ropa”, en general.

Cambiar el gobierno en este sistema electoral no ayuda mucho porque el nuevo gobierno no quita los clientes del gobierno antiguo, no sea que éste haga lo mismo en el próximo cambio de gobierno. Así, capa tras capa de clientes de los diferentes partidos, se ha podido llegar a tener 3.2M de empleados en la Administración, desde un número de unos 750.000 al principio de la transición, según informaciones periodísticas.

El saneamiento de la vida política y del clientelismo en general, el reparto justo de las cargas para salir de la crisis etc. tiene que pasar por políticos nuevos, elegidos directamente por el pueblo. Y para ello se necesita tener un sistema electoral nuevo que dé al pueblo la última palabra de quién está en política y que le permita eliminar a quien no cumpla entre elecciones. No es tan difícil, tenemos  modelos disponibles de sistemas electorales en  países de nuestro entorno: Francia, Alemania,  Inglaterra etc. como bien saben muchos de los muchachos y muchachas españoles altamente preparados que han tenido que emigrar a esos países

Y recuerda, si quieres que esto cambie, tu firma cuenta: Por el cambio del sistema electoral

Sobre el autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.