Sociopolítica

“Ecologías oscuras”: Bertín Osborne, Unabomber y Ridley Scott

Que dios nos pille confesados, si estos son los ecoterroristas que han de salvar a la civilización…

Bertín Osborne es un paladín de la caspa española; no haremos saña de sus circunstancias familiares, quién podría, pero sí de su faceta como personaje público. Además de jamones, Bertín promociona ahora un pack de instalación (retirada y montaje) de una ‘eco-ducha’. El valor ‘eco’ viene dado en este caso por el sencillo argumento de que se ahorra más agua con un plato (precisamente el producto que ofrece esta empresa) que con una bañera.

Esta imagen, Bertín vendiendo ‘ecoduchas’, pasa a formar parte de esa dimensión de ecología cutre, mercantilista y, sobre todo, muy desvirtuada (como a otro nivel es la política de Carolina Punset). Para mí, que quieren que les diga, esto es poco menos que un acto de terrorismo, perpetrado contra el verdadero significado y la importancia real que tienen las transiciones socio-ecológicas. Con fantasmadas de este estilo, la gente termínanos por no entender que es lo que importa de veras en todo lo que hoy se agrupa bajo el polivalente paraguas del prefijo ‘eco’.

En las antípodas, siempre ha habido gente que se ha tomado muy en serio, a veces demasiado, esto del ecologismo. Surge sin duda a colación ahora, el nombre de Unabomber (Ted Kaczynski); personaje que vale la pena recordar, a propósito de un ensayo de Paul Kingsnorth, sobre su particular visión de la “dark ecology”.

Unabomber

Ted Kaczynski ‘Unabomber’

Kingsnorth comienza con una apología de Unabomber, un hombre que llevó hasta las últimas consecuencias sus férreas creencias. Cuando se lee “El manifiesto Unabomber”, uno tiene la sensación de estar leyendo algo muy sensato, que por desgracia, no será acompañado de una praxis del todo ‘correcta’. Unabomber aplicó la ley del Talión, y así pues, sembró de cartas bomba los buzones de quién consideró culpable.

Para evitar una apología del terrorismo, diremos que lo que hacía Unbomber estaba mal; la misma conclusión a la que nos conduce Kingsnorth (que es además de escritor, instructor profesional de cursos de guadaña). En cualquier caso, no deja de gustarme alguna parte del discurso de Unabomber: consideraba fundamental la abolición del paradigma tecnológico y tecno-científico para un verdadero cambio ecológico. Hay que darle toda la razón si calzamos las mismas botas con las que Unabomber ha transitado la epistemología del ecologismo; es decir, considerando las dimensiones del cambio que propone, no hay más remedio que sentenciar el apagón.

Paul Kingsnorth

Paul Kingsnorth

Sin embargo, con esta argumentación y en este medio, no consigo más que calzarme un manto de paradoja. Nunca dejaré de ser un mero aspirante a Unabomber, si no empiezo por pulverizar hasta el último gramo de silicio de mi casa (desecho que, por otro lado, tendré luego que tratar de ‘colocar’ en el lugar adecuado). Mi consuelo es que no seré el único, esto lo he aprendido viendo una película producida, entre otros, por Ridley Scott.

De no ser por el motivo ecologista injerto en su trama, “The east pasaría por ser una película más sobre infiltrados. Como documento cinematográfico no es ninguna brillantez, aunque gracias a la sinergia con el escenario social en que es situada, el film gana algún valor. Las reflexiones que suscita el visionado de la película, nos conducen de pleno a puntos calientes de la actualidad ecologista y su conflicto con el sistema capitalista.

Tal vez “Into the Wild Green Yonder” , cuarta película de la serie Futurama, haya sido pionera en el tratamiento para la gran pantalla del ecofeminismo, un movimiento pionero entre las diversas facciones que florecieron en la emergencia del ecologismo durante los 70-80. Si bien es cierto que podemos encontrar alusiones anteriormente, este film aborda con mucha profundidad –aunque en clave de parodia- la problemática de algunas facciones de este reciente movimiento.  “The east” aborda un plano más general y representativo de las estrategias de política prefigurativa que esgrimen algunos grupos ecologistas actuales, aunque curiosamente, la trama general de la película alterna una protagonista y una antagonista femeninas que, en el contexto de Gaia (otro ente femenino), despliegan sus recursos para imponer sus ideas.

the east

En síntesis, la cuadrilla de la película, los ecoterroristas, son una pandilla de pijolis arrepentidos y resentidos. La protagonista es una especie de agente secreto-cristiana que, tanto en la apertura como en el cierre, se consagra a un padre celestial. El resto de los personajes, como por ejemplo el protagonista masculino a medio camino entre Charles Mason y Francisco de Asís, pertenecen a una clase socioeconómica que participa parcialmente de los beneficios de la crisis ecológica. Por otro lado, la película está cargada de imágenes impactantes, como la escena en que se dan de comer unos a otros; o de representaciones gráficas de diferentes trastornos freudianos, como el caso de Isis que ama/odia a su padre; y por supuesto, algunos intertextos con distintas litúrgias religiosas, como el bautismo en el que confraternizan con la nueva miembro. En última instancia, para valorar la performatividad y la coherencia del mensaje que trata de reflejar el grupete de eco-terroristas, algo muy significativo es que, pese a adoptar una retórica merecedora de Unabomber, los pijolis de “The east” tienen servidores en el sótano de su eco-refugio.

Esta película –que surge tras una especie de estudio de campo participativo que los directores llevaron a cabo con distintos grupos antisistemas durante poco más de un año-, no dejaría de recomendarla incluso como vía para entender algo del ecologismo más radical del siglo XXI, pues en algunos de los puntos que se tratan, están muy acertados; al final, el propio grupo se escindirá por culpa de uno de los tópicos fundamentales del ecologismo: ¿importan los individuos o las especies?

Todo dicho, la película me dejó un mal sabor de boca: aunque engorilado por algunos lemas que se repiten durante el metraje (básicamente imperativos dignos del Talión), me da la bajona cuando la película me dice que nuestra única esperanza son los agentes secretos arrepentidos-cristianos-fundamentalistas extrabajadores de aseguradoras multinacionales.

Pues eso, que dios nos pille confesados, si estos son los ecoterroristas que han de salvar a la civilización.

Sobre el autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.