Karma

En la búsqueda de uno mismo

Siempre me ha resultado paradójico: encontrarse a uno mismo.

Salvo que, por algún tipo de patología cerebral o algún trastorno concreto, me atrevería que el Yo es único en el sentido que, aunque suene a frivolidad, dentro de un cráneo sólo hay un cerebro, y, por ende, él es Yo, o, quizá de una forma más técnica, nuestro cerebro genera la ilusión del Yo.

No deseo entrar en debates neurocientíficos, psicológicos o filosóficos acerca de la existencia del “Yo” o en qué medida es el producto de una serie de procesos cerebrales concretos; quizá en otra ocasión. Empero, cuando decimos en un lenguaje cotidiano que nos buscamos encontramos a nosotros mismos, ¿qué queremos denotar exactamente?

¿Acaso se ha provocado una “escisión” de quiénes somos o queremos ser respecto a lo que demostramos, valga la redundancia, como ser? Si aceptase esta hipótesis, a la que confiero el grado de mera inferencia, quizá podría seguir un camino concreto: cómo la sociedad, nuestro entorno y las relaciones que establecemos para con ellas llegan a alterar, ora por la rutina, ora por la inconsciencia, ese Yo más “puro” que, verbigracia, somos nosotros mismos hechos a nuestra imagen y semejanza.

Por ello, ¿cuándo nos hemos perdido si es que nos hemos perdido a nosotros mismos? Realicemos un sencillo ejercicio de abstracción: detengamos ilusoriamente el tiempo en un “ahora” cuan si fuese una diapositiva, miremos a nuestro interior y, comparando esa imagen que obtengamos con el recuerdo más reciente de lo que fuimos, analicemos si hay alguna diferencia.

Vivimos en una sociedad bulliciosa una gran mayoría de nosotros. Nos guste o no, al menos hablando -yo- como un europeo nacido en España, hay como una especie de guión preestablecido que es difícil saltarse: una fase de educación tanto parental como académica, un trabajo (que en España este asunto merece un artículo aparte), una rutina, una edad de jubilación cada vez más elevada y, cuando nuestro cuerpo ya no es el que era, cuando los años comienzan a pesar, queda una pensión y a disfrutar de los años que nos devengan.

Entretanto somos consumidores por naturaleza… pero literalmente bombardeados por todos los medios. Necesitamos alimentarnos, un techo y ciertas facturas que pagar; si tenemos la oportunidad, gastamos una parte de nuestro salario en caprichos un millón de veces diferentes. ¡Menos mal! 

Sin embargo, si volvemos al momento del juego en el que pedí plasmar una diapositiva del ahora, ¿quiénes somos? ¿Somos capaces de reconocer en la comparación de imágenes lo que sentimos en nuestro interior como seres humanos del producto que la sociedad ha hecho de nosotros? ¿Qué es nuestro? ¿Qué es aprendido? ¿Qué es imitado? ¿Qué preocupaciones son verdaderamente importantes y cuántas preocupaciones irrelevantes se nos han colado entre las circunvoluciones de nuestro cerebro?

Se trata de una simple reflexión personal. Es tan buena o tan mala como cualquier otra… pero no la quería dejar pasar una vez otorgada la oportunidad para ello.

Me levantaré, me miraré en el espejo del baño y me preguntaré si “Yo”  estoy siendo “yo mismo”. Si encuentro la respuesta la desecharé por el inodoro.

Sobre el autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.