Sociopolítica

España, llena de miserables…

zombie miserable

Foto: Pixabay

…y de histriones y mostrencos.

Alejado de dogmas, escaso de fe, racionalista y agnóstico, debo confirmarme en el sentir católico para -piadoso a fuer de humano- marcar la frontera de toda conducta civilizada que impida caer en los excesos reclamados por la parte más primitiva de mi ser.

Se me ocurren bastantes epítetos gruesos que definirían mínimamente a quienes mancillaron rabiosos el twitter, ese moderno impulso de socialización y convivencia puesto por la técnica. Freno arrebato tan inclemente porque quiero conservar como valor insuperable la compasión al vil.

Víctor Barrio, su muerte, alumbró ese recelo temible y sobrecogedor: la creciente podredumbre del individuo

Cada cual puede tener los gustos e ideas que apetezca, siempre supeditados a los de quienes se agrupan bajo el término prójimo.

Mal podemos exigir respeto y derechos cuando carecemos de recíproca respuesta.

A mayor vergüenza, dice ser gente defensora de la dignidad del individuo, del ser vivo; gente rodeada por una aureola de superioridad moral tan falsa como su propia naturaleza. Pregonan un mundo mejor, fraterno, pero enseñan una patita sectaria.

Me pasma, finalmente, el umbral perceptivo de quien asegura ser profesor. Pavoneado y diabólico sujeto. Miserables.

Tras siete meses sin gobierno real, dos exposiciones de mascarada política y años de miseria material y moral, seguimos esperando alguna iniciativa sensata, esperanzadora

Desde el primero al último advierten la urgencia de modelar un gobierno estable que dé respuesta a las perceptibles incertidumbres existentes en el suelo patrio. También a aquellas que se otean en el horizonte europeo por un optimismo alocado junto a falacias endémicas en tiempos de ceguera electoral. Los expertos gestores de cuentas públicas saben lo difícil que resulta maridar entusiasmos monetarios con déficit. Sin embargo, víctima de las apariencias, del escaparate, de la dialéctica fraudulenta, Rajoy se vio obligado a bajar los impuestos mientras aumentaba el gasto. Como consecuencia, ha disparado el déficit comprometido y ahora Europa pretende transferirnos al camino correcto previo pago de dos mil millones de euros. El refranero, obligatoria enciclopedia popular, recoge tan lamentable escenario: “A perro flaco, todo son pulgas”.

Pese al peaje, imputable al PP (el PSOE hubiera obrado igual en parecidas circunstancias), don Mariano ralentiza al máximo -sin que se oigan voces discrepantes- la constitución del nuevo gobierno. Pareciera confirmar el tópico: “vísteme despacio que tengo prisa” pero sin aparentes prioridades cualitativas; así, pura languidez. Anteayer, día trece, pasadas dos semanas del escrutinio, quien debe propiciar los contactos esbozó modestas ideas generales que examinarán partidos constitucionalistas al objeto de pactar aquellas medidas que conviniera lograrse en la legislatura. Es decir, llevamos quince jornadas perdidas y lo que te rondaré morena. Es la prueba palpable del interés que les despierta el ciudadano, aunque se desgañitan en afirmar lo contrario. A mí solo me sirven y convencen hechos. Las palabras suelo relegarlas mientras archivo, metafóricamente hablando, ciertos eslóganes como arquetipos de cinismo e indignidad.

Hoy, cualquier cadena de televisión recupera aquel viejo programa Estudio 1 (espléndido nutriente cultural) centrado en la difusión del teatro. Noticieros, debates e informes ponen de manifiesto, ahora, las increíbles dotes histriónicas de los principales líderes políticos. Nadie como ellos interpreta, con excelentes facultades pero resultado incierto, el papel encomendado por esta democracia representativa. En ocasiones, dudo si dicho adjetivo implica delegación del ciudadano o comporta simple vocación dramática, tal vez bufa. Me lleva a ello mi escepticismo y el carácter polisémico de nuestro rico idioma. Todos saben qué ocurrirá si fracasa la conformación del gobierno pero prefieren a toda costa salvaguardar un futuro electoral, más o menos cercano. ¿Por qué afecta tan poco a Rajoy que el nuevo ejecutivo empiece cuanto antes a reparar parte del desaguisado atribuido a él mismo? Se regodean en un importuno diálogo de besugos al tiempo que retardan hincar el diente a esta situación infecta. Huele y ellos lo notan. Dan muestras claras de querer construir una absurda voluntad popular. Viejos recuerdos me arrastran al periodo militar -medio siglo largo-donde abundaban órdenes sin sentido para someternos a irracional disciplina. ¿Hemos cambiado? Si acaso, poco.

Sánchez presiente que él no conseguirá gobernar y juzga que Rajoy no puede obtener mayoría absoluta porque le es imposible apoyarse en los partidos nacionalistas. Asimismo, dice no querer otras elecciones. ¿Entonces? Sigue, testarudo, erre que erre en su negativa; contrahecho, perplejo. Mostrenco indica indefinición, imprecisión. PSOE y Ciudadanos presienten que un gobierno débil, en minoría, acapara un lastre definitivo para sacar a España del marasmo económico, laboral y territorial que le amenaza. Cierto que los socialistas han de nadar y guardar la ropa, más si no descabalgan a Podemos del poder, y Ciudadanos tiene que andar con pies de plomo. Pese a lo dicho, Ciudadanos debe entrar en el gobierno poniendo al PP duras y publicadas condiciones. El PSOE, a su vez, se ve obligado a vender cara su abstención para pasar a una oposición exigente y constructiva. De esta forma, tales partidos se fortalecerán compartiendo el éxito que deseamos para España y los españoles. Cualquiera comprende estos argumentos y la urgencia de tomar decisiones ¿verdad?, pues ellos siguen sumergidos en la mostrenca vaguedad. Benditos estrategas.

A veces, los tratamientos tienen un carácter simple, no simplista. Para ello, es preciso abandonar conductas exclusivas de histriones y mostrencos.

Sobre el autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.