Disonancias, 22
Tal día como hoy, 23 F., hace 32 años, yo vivía en Teruel. Por circunstancias personales, en aquella fecha concreta estaba fuera de la ciudad, en el País Vasco. Mi familia recibió instrucciones concretas de un amigo policía para que no saliéramos a la calle. Al saber el amigo que yo estaba fuera, le recomendó a mi mujer que tuviera mucho cuidado allí donde me encontrara.
Aquella noche del 23 F fuimos fusilados varios cientos de personas y en los días siguientes varios miles más. Fuimos fusilados impunemente, sin otro delito que tener criterio propio.
Unos militaban en partidos de izquierda y otros éramos simplemente personas de mentalidad progresista, pero a todos nos pusieron en las listas quienes acariciaban pistolas y escopetas. Bastantes de ellos eran civiles resabiados. Llegamos a saber sus nombres, aunque nunca les hicimos luego conversación al respecto.
Anoche vi en una cadena de televisión al ex teniente coronel Antonio Tejero residiendo plácidamente en la costa del Sol, en un pueblo de Málaga, dedicado al descanso y a la pintura. Se aficionó al arte en la cárcel. Nadie habló de fusilarlo cuando el 24 F acabó la pesadilla y resucitamos los presuntos ajusticiados sin ni siquiera un juicio sumarísimo la noche anterior. También resucitaron al mismo tiempo los miles de fusilados que lo hubieran sido en días sucesivos por idéntico procedimiento.
Esta pasada noche he tenido un sueño terrorífico e imposible: los golpistas del 23 F eran fusilados al amanecer del día 25 de febrero de 1981. Varias docenas de militares y un grupito de civiles. Afortunadamente, sólo ha sido un sueño. Pero de haber resultado las cosas al revés, este sueño mío terrorífico, también hubiera sido imposible.