Es llamativo cómo un par de caudillos brutos con ínfulas de dictadores lograron llegar tan lejos en la cadena evolutiva de la República, pero e me ocurren un par de razones que explican cómo llegaron donde están, y porqué van a caer más rápido de lo que ambos esperaban.
Primero, llegaron al lugar que estaban porque no querían lo mismo. Néstor quería poder, no importaba la forma, es un adicto al poder con necesidad de controlar todo lo que tiene a su alcance; un tipo que cree que nació para ser obedecido.
Durante mucho tiempo ella no quiso poder, quería plata. Le venía perfecto que su marido, adicto al poder, le consiguiera todas las pelotudeces que se le ocurrían; ella fue consecuente con su deseo durante mucho tiempo, fue fashion, gastó, y nunca aspiró a lo que él quería y sentía que se merecía.
Pero a mediados de 2007 algo pasó que pudo poner fin a este equilibrio tan poco beneficioso para el futuro de todos los seres humanos que quedaron debajo de ellos en la cadena evolutiva de la república.
Á‰l quiso más poder, y sabía que como Presidente no podía tenerlo porque el Presidente tiene un límite, y decidió jugar al Goebbels o al Dick Cheney en las sombras; mientras tanto, ella entendió que la plata viene con el poder -nunca con el trabajo- y quiso una tajada del poder que su marido iba construyendo, y eso los llevó al caos.
Ella, que se creía un prodigio, demostró su incompetencia total y su inhabilidad casi innata para tomar decisiones en las que ella no tuviera que slir beneficiada; le quedó grande el cargo, quiso jugar a la casa de las muñecas con el país, probándose vestiditos, haciendo viajes fashion, tardes de shopping con amigas y los hijos, y moviendo muñecos y haciéndolos decir lo que querían decir.
Pero el problema es que él quería jugar con los mismos muñecos y muchas veces querían hacer que el mismo muñeco dijera dos cosas distintas al mismo tiempo y empezaron a pelearse, y como creen que el estado les pertenece por obra y gracia de su delirio.
Empezaron los juegos de poder entre ellos, de tipo «veamos quién quema más hormigas con la lupa», hasta que un día las hormigas se cansaron y los picaron. Intentaron aplastarlas, pero vinieron más hormigas y no pudieron.
Así, dos mentes enfermas dilapidaron no solamente oportunidades fantásticas para un país que podría haber vuelto al primerísimo primer plano de la economía, la política y la diplomacia internacional, sino que también lograron poner de manifiesto su propia inutilidad, sus propias miserias, y cuando notaron que las hormigas habían notado sus miserias, decidieron que si iban a caer, se llevarían tantas hormigas como pudieran.
Así pasó con la caja, cuando las hormigas entendieron que estos dos dictadores de segunda necesitaban de plata ajena para subsistir en su tiranía, se la negaron (el conflicto del campo fue sobre eso), y el enojo de los amos de las muñecas llegó al infinito.
Entendieron que el campo los había picado, y que la falta de caja los terminaría por tirar de sus tronos de alabastro, y decidieron caer con el país entero, arrastrarlo al olvido, y se encargaron sistemáticamente de cancelar o complicar todas las oportunidades comerciales de los privados que osaron defender lo suyo.
Y un día las muñecas y las hormigas se terminarán de cansar, el Atlas que sostiente con su esfuerzo el peso del estado dirá basta.