Hemos recibido esta carta de una lectora:
Estimada Alejandra:
Estoy temiendo estas vacaciones. Debería estar contenta y dispuesta a disfrutarlas, pero temo que se repita el mismo ciclo de los dos últimos años. Mi pareja y yo, que llevamos juntos cuatro años, vivimos en ciudades diferentes. Nos vemos aproximadamente una vez o dos a lo sumo a la semana, aunque mantenemos comunicación casi diaria telefónica y por skype. Yo hago mi vida sin él en Madrid, salgo con mis amigas, vamos al teatro, en el trabajo tengo muy buenos compañeros, comemos juntos muchos días. Á‰l hace la suya en Santander, pero llegan las vacaciones, desde hace tres años que las pasamos juntos (casi un mes de convivencia). El primer año estaba muy ilusionada, lo esperaba con impaciencia, pero fueron un desastre. No sé qué nos pasa, no nos aguantamos.
A veces vamos de vacaciones varias parejas, o algunos amigos, generalmente suyos. Cuando él sale con los demás, yo me quedo sola, me enfado y discutimos todo el tiempo. Le digo que para un mes que podemos estar juntos ¿por qué tenemos que estar separados? No sé qué hacer.
Le agradecería un consejo, no me parece que hacerle renunciar a salir con sus amigos para estar conmigo sea una opción. Incluso he llegado a pensar que lo mejor es dejar la relación.
Gracias
Carol.
Te respondo:
Hola Carol: Primero tendríamos que ver si alguien puede imponer a otro una renuncia que el otro no quiere. Y aunque se pudiera, no sería aconsejable, porque donde empieza la renuncia, empieza la venganza. Si él siente que le haces renunciar, luego no te extrañe que te haga responsable a ti de ello y se “vengue”. Creo que lo fundamental es poder pensar de otra manera el amor, es evidente que no es sencillo transformar la manera de amar, eso se consigue con psicoanálisis personal, no se trata de una modificación de la conducta, sino de una transformaciÁ§on de una manera de pensar. Pensar al otro como una propiedad privada, como si nos perteneciera, trae siempre infelicidad, y pensar que cuando el otro ama a otras personas, nos ama menos a nosotros, también es un problema. Una idea del amor como si fuera una tarta que se divide en porciones y si le tocan dos al otro, dos menos para mí, y si ama a 8 personas además de a mí, entonces, 8 raciones menos de amor. No es así, cuando amamos, amamos a cada uno de nuestros amores (sean amistades, amantes, trabajos, libros…) con la pasión de que disponemos para el amor, no que esa pasión se reduzca al tener más gente o más actividades que amar. No es así. Así, que mi consejo sería que antes de cambiar de novio, cambies de novia, es decir, transforma tu manera de pensar el amor, con la ayuda de un psicoanalista, claro. Son cosas que no se pueden hacer sola.
Un saludo
Alejandra