Sociopolítica

Misandria

Bueno… ¡Yo no es que odie a todos los hombres, pero…!

–  Mujer feminista: ¡No tendrás el atrevimiento de decirme que, con la cantidad de mujeres que son asesinadas todos los días,… no era necesario aprobar en España una ley contra la violencia de “género”!

–  Hombre: El que haya mujeres (como también hay niños, niñas, ancianos, ancianas, y también hombres adultos) que sufran violencia con o sin resultado de muerte, no es justificación para montar un tinglado fraudulento, mafioso, de la magnitud que se ha montado en España, con el «noble pretexto» de proteger a las mujeres en situación de riesgo, del que viven, parasitan miles de personas, todo ello constituye una verdadera industria, la «industria del maltrato», que ha permitido crear una inmensa burocracia absolutamente inútil, más de cien mil -100.000- mujeres «liberadas» para asuntos de «igualdad y género», mientras las mujeres que realmente están en situación de riesgo no son atendidas… Y como resultado de todo ello se ha creado una situación de «apartheid por razón de sexo» en la que se ha privado a los hombres -varones- de sus más elementales derechos constitucionales: a no ser detenidos ilegalmente (habeas corpus) a un juicio justo, con plenas garantías legales, a la presunción de inocencia, a la igualdad ante la ley, etc. La «ley integral contra la violencia de género» ha creado tribunales de excepción para juzgar exclusivamente a los varones, en los que se les condena con la palabra de la mujer denunciante como única prueba (así lo ordena la jurisprudencia del Tribunal Supremo, con el aval de Tribunal Constitucional) y se les sanciona más severamente que a las mujeres en caso de cometer el mismo delito… la Ley sexista «contra la violencia de género» se creó con un solo objetivo: asegurarles a las mujeres un completo éxito en los pleitos de divorcio, por la custodia de los hijos y por la liquidación del régimen económico de gananciales…. Resultado: ¡Más de millón y medio de hombres denunciados/detenidos en menos de una década por denuncias falsas de maltrato!!!!

– Mujer feminista: Bueno, bueno… pero ¿Y qué hacer mientras siga habiendo una sola mujer en situación de riesgo, y siga habiendo maltratadores, que ejerzan violencia contra alguna mujer que queden sin castigo…? Mientras no me des una alternativa, sigo pensando que mejor que siga habiendo una “ley integral contra la violencia de género” como la que existe en España…

– Hombre: O sea, que justificas que se detenga ilegalmente a los hombres y se les condene sin pruebas, justificas que se permitan las denuncias falsas por maltrato…

– Mujer feminista: Como te decía, mientras no haya una ley que impida que el maltrato contra “la mujer” quede impune… es más, me parece bien que se condene a muchos hombres sin pruebas, con la palabra de la mujer maltratada sin más… es que en la mayoría de las ocasiones es muy difícil, por no decir imposible, poder presentar testigos en un juicio, o poder probar que se ha dado maltrato,…. ¡Mejor “así” a que haya maltratadores que se libren de ser castigados!

– Hombre: Pero… ¡Es increíble como puedes decir semejantes barbaridades y crueldades…! ¿Te has parado a pensar que cualquier día puede haber algún amigo, o familiar, tu propio hijo que sea denunciado falsamente, encarcelado y condenado sin ninguna prueba…?

–  Mujer feminista: Hay muchos hombres que forman parte de mi vida, mi padre es un hombre, mi novio es un hombre, mi mejor amigo es un hombre y mi hijo es un futuro hombre… Estos hombres me encantan, por supuesto… También hay un par de hombres que considero amigos. Me encantan, me gustan unos pocos hombres, pero los hombres como ‘género’, los hombres como una ‘especie’, no merecen para mí más que el desprecio y la sospecha. ¿Por qué habría yo, u otra mujer cualquiera, de tener afecto por los hombres? Uno de cada cuatro hombres es violador. Los hombres poseen muchos, muchísimos privilegios respecto de las mujeres, reciben trato de favor, trato preferente en casi todos los ámbitos de la vida. Cada hombre es un potencial maltratador, un posible agresor y abusador de cualquier mujer, que casi nunca conoce sus intenciones, cada desconocido es capaz de volverse violento cuando una menos lo espera, o tratar a las mujeres de forma cruel, y las estadísticas sobre la violencia masculina demuestran que no solo es posible, sino lo más probable. Aparte de los pocos que me han demostrado su amor y una cierta amistad que merezca la pena, voy a seguir odiando a los hombres, recelo de los hombres, seguiré sospechando, dudando de ellos, hasta que se me demuestre que no existe ya necesidad de seguir odiándolos, o teniendo recelo…

En el entorno cultural al que pertenece España, hace algunos años, décadas que se viene utilizando un neologismo, un nuevo vocablo: «Feminazi«. Se suele nombrar de ese modo a gente que recurre a discursos del tipo: «Después de siglos de sojuzgamiento, marginación, discriminación, maltrato a  la mujer…»

Nunca hablan de ‘mujeres’; siempre hablan de “la mujer”, en singular, como si las mujeres fueran un ‘todo homogéneo’; ese es uno de los grandes éxitos del feminismo de género, haber conseguido que las mujeres –y algunos hombres- tengan la visión de que la totalidad de las mujeres constituyen una “clase social” –por supuesto, “oprimida”- con los mismos intereses, las mismas necesidades, las mismas inquietudes, los mismos objetivos… y lo que es más importante, desde una perspectiva marxista: deben poseer “conciencia de clase oprimida” y como consecuencia, todo lo que se le afecte a una mujer, sea por acción, sea por omisión, afecta a todas y a cada una de las mujeres, todas deben sentirse concernidas, independientemente de su estatus social, económico, lugar de residencia, formación académica… lo importante, lo primordial es que “son mujeres”, por tanto “son de las nuestras”…

Para más INRI, después de sus discursos victimistas, que cuando uno presta atención acaba dudando de si tales mujeres son inmortales, intemporales, o han hecho un pacto con el diablo (a la manera del Dorian Gray, de Áscar Wilde) para conservarse siempre jóvenes: ¡Hemos sido oprimidas, maltratadas, sojuzgadas durante siglos –dicen sin ruborizarse- suelen añadir: «¡De todas maneras, tú no te preocupes, las feministas no odiamos a los hombres!». Esta frase es frecuentemente utilizada por mujeres que se sienten atacadas y se ven en la necesidad de demostrar/justificar que las feministas son personas razonables, racionales y no actúan llevadas por el rencor, el deseo de venganza, el miedo, alguna fobia, o cosas por el estilo.

¿MISANDRIA?

La palabra misandria proviene del griego y significa “odio al hombre”.

Etimológicamente es el antónimo de misoginia. Sigmund Freud ya contemplaba en sus análisis del psiquismo humano un fenómeno opuesto a la misoginia, descubierto al estudiar un caso de homosexualidad femenina o lesbianismo, pero en su tiempo aún no existía un nombre para definirlo.

El Diccionario de la Real Academia Española aún no ha incluido la expresión «misandria», y como vocablo antónimo de «misoginia» (‘odio a la mujer’) utiliza «androfobia» (‘horror al varón’), que en realidad es el antónimo de «ginefobia» (esta palabra sí está aceptada por la RAE). El término griego «fobos» significa ‘fobia, miedo’, en cambio «miseín» significa ‘odio’. En la lengua inglesa se ha aceptado la palabra «misandry», habiéndose popularizado la expresión, e indudablemente está más extendido su uso que en el español; pero como no es de extrañar, el neologismo está siendo especialmente cuestionado por algunas corrientes feministas. En francés existe el vocablo «misandrie».

La palabra «misandria» surgió a finales del siglo XX, como reacción a la aparición (aproximadamente a mediados del siglo pasado) de una ‘cultura feminista’, basada fundamentalmente en el odio al hombre, y con ánimo de venganza visceral hacia el supuesto sistema patriarcal existente en todas las sociedades hasta ahora conocidas, y que durante siglos -según la versión feminista- ha subyugado y condenado a las mujeres a desempeñar funciones secundarias.

Paul Nathanson y Katherine K. Young, autores del libro Spreading Misandry: The Teaching of Contempt for Men in Popular Culture, publicado en 2001, afirman que la misandria convierte a los hombres en los chivos expiatorios de todos los males sociales y a las mujeres en las víctimas oficiales y en las únicas responsables de todo lo bueno, presente, pretérito y por venir… Arguyen que el feminismo misándrico (también denominado «feminazismo»): «es una ideología derivada del marxismo y del romanticismo en la cual la clase o la nación son remplazados por el “género” como concepto central».

La androfobia está considerada una enfermedad mental tratable, a diferencia de la misandria; el ejemplo más representativo de misandria es el Manifiesto SCUM de 1967, escrito por la fanática feminista extremista Valerie Solanas, famosa por haber intentado asesinar a Andy Warhol.

Esta clase de feminismo (actualmente el más influyente, sin duda) proclama que todos, hombres y mujeres, nacemos iguales, y pretende también anular las diferencias de naturaleza entre los sexos. La tesis central del feminismo misándrico es que el hombre, como ‘género’ -sexo psicosocial- es el que ha mantenido a lo largo de toda la Historia de la Humanidad a las mujeres dominadas y sometidas (lo que denominan patriarcalismo o falocentrismo).

El feminismo triunfante, o feminazismo, alienta abiertamente, promueve y ejerce la misandria, es claramente antihombre. Identificar al varón como el sujeto del mal y la causa de los dolores y los sufrimientos de las mujeres de todos los tiempos es un posicionamiento misándrico y generador de misandria.

Sobre el Autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.