Visto la marcha de los últimos tiempos, visto la real y cruda verdad materialista de unas plagas de políticos «de panza y bolsillo»; hay que rendirse a la evidencia y esta es cruda y dura… y lo sintetizo en mi titular de hoy. Todo lo que de verdadero cambio y progreso efectivo para el hombre, que alguna vez tuvieran «los gérmenes» de todas las ideologías políticas, ha muerto; y han muerto matados por sus propios propagadores, que mintiendo más que hablando y haciendo lo que en cada momento ha convenido a las camarillas dominantes; han terminado por enterrar todo tipo de ideología que sostuviera a, unos sistemas que después de corromperse, han sido muertos y no enterrados. Es por lo que aún soportamos unos hedores que contaminan todo el ambiente y que pudren todo cuanto rozan o tocan.
Todo el arco político está fracasado y por ello; todo se ha convertido en una especie de bodrio en que todo es o sabe lo mismo, si bien nos lo quieren presentar como diferente; pero la ideología que impera es la vieja técnica o táctica del… «quítate tú que me ponga yo»; lo que importa es el bolsillo y la panza del aspirante y el que éste se sitúe bien o magníficamente bien, para lo que le reste de vida.
La situación que estamos viviendo lo demuestra, puesto que han sido tan inútiles que partiendo de un mundo próspero y sin grandes complicaciones (1970/1980) y contando con la mayor tecnología de toda la historia del «pobre hombre (dicen que sapiens)»; han propiciado la mayor catástrofe social y económica que registra la historia… «la tan cacareada globalización ha resultado una globalidad miserable y que llena de miseria a la mayor parte del globo terráqueo». Y en vez de establecer unos tribunales especiales para hallar culpables y que estos sean juzgados como merecen; todos estos inútiles van de reunión en reunión, itinerantes por el mundo, produciendo enormes gastos, y dándose una vida de lujos y apariencias que nada resuelve, puesto que se ve claro que el asunto es de tal envergadura, que ni saben como afrontarlo y como siempre; y en las grandes catástrofes o cataclismos… «la naturaleza y sus bichos obrará por sí misma y con su ley natural resolverá todo, en el tiempo y el espacio, pero con la crudeza en que obran siempre las fuerzas naturales».
Por tanto, ya no podemos confiar ni en conservadores, ni en revolucionarios; hay que tratar de animar a aquellos inteligentes, al parecer ocultos, para que se manifiesten y preconicen soluciones si es que las hay y procurar elegirlos para que dirijan esta catástrofe; pues ya no se trata de partidos (todos fracasados: reitero) sino de administradores para «un todo»; eficaces, honrados, trabajadores y en quienes intentemos de nuevo confiar, puesto que el ser humano es un ser social y al vivir en sociedades, esas sociedades necesitan administradores… pero buenos administradores y no todo lo que hemos padecido y a los que hay que repudiar sin contemplaciones; simplemente necesitamos una renovación de principios y fines, que estos son incapaces de realizar. Y lo son posiblemente, por cuanto faltos de inteligencia y sobrados de egoísmo, no están dotados para dirigirnos hacia un futuro posible y razonable y sin las perniciosas banderías o nefastos partidismos que nos asolan.
Todo ello es el fruto de que se llevan ya bastantes décadas, en que desaparecidos los últimos y verdaderos estadistas… no nacieron los que debían sustituirlos (o no los dejaron llegar al poder) y al caer todos los resortes en manos de mediocridades y además cargadas de ambiciones y egoísmos; hemos sufrido la destrucción que a la vista está, pero la que no podemos eludir las masas, por cuanto y sencillamente… somos impotentes y estamos inermes ante toda esta pléyade de inútiles totales.