¿Hay algún jugador de fútbol que valga 65 millones de euros? Evidentemente, no. ¿Hay algún jugador de fútbol que cueste 65 millones de euros? Pues seguramente sí, ya los hubo (Figo, Zidane) y los habrá en el futuro, porque no se puede confundir valor y precio, valor de uso y valor de cambio.
Si analizamos los 65 millones de euros desde el punto de vista del valor, del valor de uso, llegamos a la conclusión de que esa cantidad es totalmente desorbitante, ya que ningún equipo sería capaz de amortizar 65 millones de euros, tangibles, en una mejora en los resultados obtenidos, también tangibles, con lo que ningún jugador de fútbol vale esa cantidad.
Ahora bien, si lo analizamos desde el punto de vista del precio, del valor de cambio, la conclusión es diferente. Un jugador de las características de Kaká además de su calidad puramente futbolística tiene otra tan importante como la primera para un club de las características y de la dimensión del Real Madrid.
El club blanco confía en poder cambiar la imagen del jugador brasileño por ingresos económicos reales en forma de merchandising, de mayor afluencia de aficionados al estadio, y de alza en el precio de sus derechos televisivos así como en cualquier otro derecho publicitario.
Además, el contar con un futbolista internacionalmente conocido abre mercados, con lo que la demanda efectiva de todo lo relacionado con el Real Madrid se incrementa.
Por ello, pagar 65 millones de euros por un futbolista no tiene nada que ver con sus cualidades deportivas, sino que está íntimamente relacionado con su imagen internacionalmente reconocida, la cuál, evidentemente, se ha cultivado gracias a las cualidades deportivas, que no determinan su fichaje.
Se trata, por tanto, de una operación excelente desde todos los puntos de vista. Deportivamente el equipo mejora, no hay duda, y económicamente el club genera más ingresos, tanto reales como potenciales. Es una inversión empresarial y como tal debe de entenderse, sin entrar en demagogias baratas sobre lo excesivo del precio.
