El blog de Albert Rivera, el presidente del Partido de la Ciudadanía, comienza así:
«Cuando me preguntan qué pienso sobre el sorprendente y extraordinario hecho de que un partido que fue creado en julio, en noviembre lograra entrar en el Parlament me viene a la cabeza la frase de Víctor Hugo en la que afirmó que «nada hay más poderoso en el mundo que una idea a la que le ha llegado su tiempo». Y es que, efectivamente, le ha llegado la hora a la idea de que el ciudadano salga de su mundo para vivir en el mundo. Precisamente, este blog está concebido como la ventana que abro a todos vosotros con la pretensión de que sirva para compartir mi mundo con todo aquél que quiera asomarse.
Nada me gustaría más que contar con vuestra participación es este espacio en la red para lograr que resulte tan esperanzador, responsable, alegre y diverso como la propia vida.»
Es esta, precisamente, la expresión de lo que pienso que tiene que ser la política. Lo importante en una sociedad moderna y democrática es que sean los ciudadanos los que digan lo que se debe hacer, que manifiesten sus deseos y sus necesidades, y que los políticos se dediquen a hacer realidad lo que desea y le conviene a la mayoría de la población, sin perder de vista a los grupos minoritarios que, aunque no sean decisivos, también deben tener derecho a verse atendidos. Foto: La participación ciudadana como manifestación permanente para ser escuchado.
En España -como en Europa en general, para no decir en el mundo entero, aunque con matices- las sociedades tienen los medios y la preparación para ser más participativas.
No parece concebible que se siga con un sistema de gobierno oligárquico camuflado de democrático por el solo hecho de unas elecciones periódicas a los parlamentos, los ayuntamientos y tal vez algunos gremios más que nunca están realmente vinculados a lo que defendían o decían defender durante la campaña electoral, haciendo y deshaciendo lo que les apetezca, lo que decidan grupos de «amiguetes» o lo que negocien con otros grupos políticos o de intereses en función de su beneficio personal o de lo que conviene para el ejercicio del poder por el partido que representan.
Ciudadanos nació como un proyecto alternativo a raíz de una problemática concreta en una autonomía concreta. Pero en breve plazo se vio que los planteamientos de este partido son de mucha más envergadura que sólo el tema lingÁ¼ístico. Su éxito inicial se debía precisamente al hecho de que fueran los ciudadanos quienes expresan su descontento con una situación a pesar de los partidos dominantes, que sólo se ríen cuando se plantean problemas de raíces profundas como la persecución y la exclusión por hablar la lengua común a todos los españoles.
Algunos critican -especialmente los oportunistas de UPyD– que Ciudadanos no se haya afianzado como alternativa especialmente en las últimas elecciones generales, lo que es un argumento que cojea porque UPyD sólo se apoya en la imagen de Rosa Díez y en copiar ideas de Ciudadanos sin creer realmente en ellas, al tiempo que cuenta con más medios y apoyos precisamente por el miedo de que Ciudadanos pueda desplazar en el futuro a los establecidos. Cartel: El ciudadano desnudo, libre de todo peso de los partidos tradicionales.
Los partidos nuevos, cuando parten de una idea estelar como Ciudadanos o cuando intentan copiar la idea, siempre están expuestos a riesgos evidentes, como por ejemplo la entrada de personas acostumbradas a las viejas estructuras inflexibles y burocráticas de los partidos tradicionales, la creación de hileras y redes de contactos que bloquean a los que no quieren entrar en el juego y marcadas por el afán de imprimir al nuevo partido una determinada orientación ideológica cuando se trata, en realidad, de algo nuevo con una ideología nueva y una actitud política completamente diferente.
Lo que diferencia a Ciudadanos de UPyD es precisamente eso: La novedad de su «ideología», que muy acertadamente se llama IDEARIO. Las ideas básicas de la participación ciudadana, de la democracia directa, no aquellas de la imposición, del despotismo y del inmovilismo. El ideario de Ciudadanos implica innovación, creatividad, ensayo, incluso corriendo el riesgo de equivocarse, pues se trata de una renovación de la manera de hacer política, de permitir a gente nueva y no contaminada por los partidos tradicionales -o liberados de la contaminación opresora, estranguladora, asfixiadora de los partidos tradicionales- a hacer cosas, a aportar ideas y a tomar la iniciativa. No todas las ideas que puede tener la gente son válidas, pero la suma o el resultado final se puede presentar tanto más interesante cuanto más innovadora sea la iniciativa nacida de la síntesis de todas, porque «nada hay más poderoso en el mundo que una idea a la que le ha llegado su tiempo».
La manera diferente de hacer las cosas es lo que desean ver los ciudadanos, y eso es, creo yo, el punto que tiene a su favor cualquier político de nueva generación que es capaz de lanzarse sin complejos para presentar una forma distinta de hacer las cosas. Ejemplos quizás haya pocos en la actualidad, pero en España sí hay uno destacado y se llama Ciudadanos.