EL CRISOL – Pascual Mogica Costa
Cuando en cualquier tipo de negociación entra en juego, por una de las partes, la sinrazón, el sectarismo y el partidismo, el que esto hace se puede encontrar con que a la hora de llegar a las conclusiones, acuerdos, en esa negociación le toca la peor parte.
Esto le ha ocurrido al presidente de la Generalitat Valenciana, Francesc Camps. El presidente valenciano inició, y continuó con la misma actitud, las negociaciones sobre el reparto del fondo adicional para la financiación de las Comunidades Autónomas (CCAA) partiendo de una base totalmente exenta de seriedad y de rigurosidad. Primero comenzó pidiendo 1.000 millones de euros, después 1.200 para pasar por los 1.500, porterioemente a los 1.900 hasta llegar a pedir 2.400. Es evidente que estas cosas se plantean así cuando no existe una verdadera voluntad de llegar a un acuerdo. Claro que aquí no ha habido una falta de criterio por parte del jefe del Consell valenciano. Aquí lo que se ha puesto de manifiesto es una actitud torpe, sectaria y partidista. Como vulgarmente se dice se ha dedicado a dar por saco en vez de intentar, de una manera seria y razonada, llevar las negociaciones por el camino de lo que debe ser ante todo una actitud propia de un mandatario político que tenga bien claro que su responsabilidad es la de servir a los intereses de sus administrados, de los ciudadanos, y no a los de su partido. Esto es lo que ha hecho Camps, olvidarse de los intereses generales de los valencianos y dado lo cual no ha negociado como debería haberlo hecho. No se puede comenzar, mientras otros sí negociaban, a criticar y a despotricar contra el Gobierno de España mucho antes de saber que parte de ese dinero del fondo adicional nos tocaba a los valencianos. Ni tampoco desde la torpe actitud de ahora quiero tanto, para a continuación pedir más y más. Esto lo que demuestra es que Camps no sabe lo que realmente precisa nuestra Comunidad o por el contrario lo que hace es pedirlo de esta forma para que al final se harten de él y que le digan “esto es lo que te toca, si lo quieres lo tomas y si no lo dejas”. Y así se lo han dicho. A Camps le han dado en plena boca con la horma de su zapato. Lo malo es que esta falta de responsabilidad de Camps a la hora de defender los intereses de los valencianos lo vamos a pagar todos. A lo mejor se ha obtenido el negativo resultado que se ha dado para poder seguir con su impresentable victimismo para ocultar su incapacidad para gobernar esta Comunidad.
Está totalmente claro que el sectarismo, unido al victimismo, de Camps, no nos va a llevar a los valencianos a buen puerto. Aquí, ante el diálogo, Camps ha plantado el sectarismo. Esto pudo haberle dado buenos resultados en otros tiempos, pero, como todo en la vida, esta actitud puede estar pasada de fecha de caducidad. De hecho lo está.
Camps, está abusando de la confianza que la mayoría de los valencianos le han otorgado y eso, al final, lo pagará muy caro. Tenemos el ejemplo de muchísimos gobernantes que actuaron al igual que lo está haciendo Camps, y al final todos acabaron recibiendo una patada en el trasero como regalo de despedida.