EL CRISOL – Pascual Mogica Costa
Allá por el pasado mes de julio, y en esta misma sección, se publicó uno de mis escritos cuyo título era el de «El aborto es para los ricos». Ahora, y después de leer un informe sobre el divorcio publicado en el diario El País, y firmado por Pere Ríos, el pasado día 23, debo de repetir el titular pero esta vez haciendo referencia al divorcio.
Según dicho informe que recoge la opinión de abogados, psicólogos y jueces, el descenso del número de divorcios en España se debe, según los expertos, a que está influyendo en ello la recesión económica.
Queda claro pues que lo que no han conseguido Rouco Varela y compañía lo está logrando la actual crisis económica lo que demuestra que los únicos que pueden seguir divorciándose son los ricos. Los mismos ricos que podían mandar a sus hijas a abortar a Londres. El desterrar el clasismo en España está costando sudores, cuando todos creíamos que con el divorcio y con el aborto se conseguía una cierta igualdad social, resulta que no, que al final quien marca las diferencias es el dinero.
Hace unos días una emisora de televisión, no recuerdo cual, emitió un programa en el que se informaba de todos aquellos famosos/sas cuyos matrimonios habían sido anulados, a alguna de ellas en dos ocasiones, por el Tribunal de la Rota, me recordaba ese dicho que dice: «Dime de que alardeas y te diré de qué careces» y me lo recordaba por que estamos hartos de ver como de forma reiterada y machacona, los representantes de la Iglesia Católica han condenado, y siguen condenando, la Ley del Aborto al propio tiempo que piden su retirada apelando a no se que conceptos morales, criterios morales que se derrumban como un castillo de naipes a poco que uno recuerde lo que se hace desde el mentado tribunal.
«Lo que Dios a unido que no lo separa el hombre» dice el sacerdote a los que contraen matrimonio. ¿Es que no son hombres los que resuelven en el Tribunal de la Rota sobre la nulidad de un matrimonio? ¿O acaso se trata de seres divinos? Moral lo que se dice moral no es este ser o no ser de la Iglesia, de los obispos, lo verdaderamente moralizador es respetar a los que recurren a los juzgados para divorciarse según determina la ley. Si esto último es respetado por los» príncipes» de la Iglesia yo seré el primero en respetar al Tribunal eclesiástico aún a pesar de decretar la separación de un matrimonio con hijos «por no estar ese matrimonio consumado». Claro, que eso es cuestión de lo que cada uno podamos entender por «consumado».