Libro de la década, decía, el que Escohotado publicó en noviembre con el título de Los enemigos del comercio. Rara vez en España se ha acometido una obra de semejante magnitud, tanto aliento y tamaño alcance. Hay en ella muchísimo más de lo que su título sugiere. Es sólo el primer volumen. Vendrá otro, que ya está casi terminado. Hazaña de Hércules, tarea de un coloso. Durante muchos años, escondido en su ashram del Guadarrama, el filósofo ha estado dale que te pego, al hilo de la noche y de la madrugada, estudiando, investigando, consultando, cruzando datos procedentes de todas las disciplinas y ámbitos de la historia de la cultura, y componiendo sobre el papel pautado de un estilo nobilísimo ni más ni menos que la partitura de una sinfonía en la que da cuenta y razón de cuanto ha sucedido en el mundo desde que el hombre se puso a gobernarlo. Obra extensa e intensa, novedosísima y oportunísima reinterpretación, en estos tiempos de crisis y mesianismo obámico, de la historia del mundo occidental. Lo que Escohotado ha escrito está a la altura de lo que en otros tiempos escribieron gentes como Locke, Hume, Spengler, Ortega, Toynbee o Pirenne. Fue Nietzsche quien dijo que no hay actividad más noble que el comercio. Flaco favor nos hizo Jesús, si es que lo hizo, al expulsar a los mercaderes del templo. Esa estampa evangélica es la que ilustra la portada del libro de Escohotado. Dos Passos, en Años inolvidables, explica cómo dejó de ser de izquierdas al llegar a la irreversible conclusión de que sin propiedad privada no hay libertad posible. Ayn Rand, cuya obra clave, La rebelión de Atlas, aparecida en 1957, es la sagrada escritura del liberalismo a ultranza, dijo: «Cuando el dinero deja de ser el medio con el que los hombres tratan entre sí, éstos se convierten en instrumentos de otros hombres. Sangre, látigos y armas o dólares. Elige». Santas palabras: las de una filosofía basada en el egoísmo racional y razonable como fundamento de la moral. Escohotado comparte ese principio y fustiga, con datos y argumentos demoledores, el intervencionismo de la izquierda, la santificación de la pobreza, la demonización de la riqueza, la demagogia del igualitarismo, la estrategia obrerista, el chantaje del reproche y el recurso al pataleo, al pordioseo y a la queja como sucedáneos de la justicia social. Desengáñense Zapatero, Obama y Ratzinger. La pobreza de espíritu no pasa por el ojo de la aguja ni conduce al Reino de los cielos.
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Sobre el Autor
Jordi Sierra Marquez
Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.