El componente mercantil del fútbol no justifica un ‘todo vale’ financiero que degradaría los valores del deporte, que ha sido para millones de niños una escuela de vida y de valores.
Para algunos departamentos de recursos humanos de empresas norteamericanas, la actividad deportiva le da al candidato un valor añadido. Aunque haya quienes consideren concepto elitista la «formación del carácter», las actividades extracurriculares pueden aportar para muchos niños y jóvenes una escuela de vida con distintos valores.
El fútbol, una de esas escuelas, corre peligro en la actualidad por la excesiva mercantilización del deporte. Con el crecimiento desmedido de la publicidad, la creciente incursión en el deporte de negocios financieros, inmobiliarios y especulativos, además del de las apuestas, el capital que genera el fútbol parece no tener límites. Para contener esa tendencia, el presidente de la UEFA, Michel Platini, propone la puesta en marcha un reglamento de Fair Play financiero.
Se trata de evitar que algunos equipos revienten el mercado de fichajes con dinero que no tienen. Es el caso del Real Madrid, con una deuda que podría superar los 500 millones de euros. El club merengue ha obtenido en pocos meses millonarias líneas de crédito para comprar las fichas de Cristiano Ronaldo, Karim Benzema, Kaká y otros conocidos futbolistas en España. Los fichajes alcanzan un total de casi 300 millones de dólares en plena época de crisis, cuando los autónomos y a las pequeñas empresas no obtienen ese mismo trato.
«Hay que entender a los bancos. Le dan facilidades al Real Madrid porque saben que amortizará los gastos y pagará». A este grado llega la prepotencia y la utilización de tópicos falsos. Algunos estudios financieros demuestran que son mejores pagadores quienes obtienen pequeños préstamos que quienes adquieren grandes deudas. De ahí algunos éxitos de los microcréditos.
Semanas después de que el presidente del Barcelona calificara de «modelo prepotente» la estrategia de su adversario en Madrid, el directivo barcelonista logró recalificar los terrenos del Ministadi. Convenció a las autoridades de Barcelona para poner en marcha un complejo urbanístico que le reportará al FC Barcelona 350 millones de dólares.
No pocas figuras públicas y ciudadanos consideran que, por encima de todo, el fútbol es un negocio. Los talibanes del beneficio a cualquier precio parecen ignorar que también son negocios el tráfico de drogas, la trata de personas, la venta clandestina de órganos. Tendrían razón al responder que, en estos casos, se trata de actividades ilegales. Pero el mundo del fútbol se ha salpicado en los últimos años de casos de lavado de dinero, de narcotráfico, de manipulación de resultados y de sobornos. Estas actividades se ven favorecidas por el descontrol financiero que Platini busca corregir.
Los órganos internacionales y nacionales del deporte están llamados a velar por que toda actividad deportiva afiliada aspire no sólo a cumplir la legalidad, sino buscar la ética también.
Nadie niega el componente mercantil del fútbol ni sus posibles aspectos positivos. Pero si el negocio prima por encima de todo, si los clubes contratan jugadores más por el efecto mediático que por el espectáculo futbolístico que aporten; si sus pretemporadas se diseñan en torno a la posible venta de camisetas y no a la preparación de sus jugadores; si la parte formativa de los clubes pasa a un segundo plano, ¿qué es lo que verán los niños y los jóvenes que, al hacer deporte, se ven reflejados en las grandes estrellas mediáticas?
Se empaparán menos de la cultura del esfuerzo, de valores de compañerismo, de juego en equipo y fair play. Verán más el narcisismo de Beckham y de Cristiano Ronaldo, el triunfo fugaz de un Ronaldinho desinflado por la vida nocturna, el ensalzamiento de los «récords millonarios» de los fichajes, el lamentable nivel cultural de la gran mayoría de los futbolistas cuando se les entrevista, a pesar de los millones de euros que ganan.
Sin capital, sería imposible mantener escuelas de fútbol para niños y jóvenes: los campos, el pago de directivos, entrenadores, preparadores, personal administrativo, de mantenimiento y todos los gastos que conlleva formar futbolistas y personas. La clave está en el equilibrio, en la buena gestión, en la transparencia y en que los valores del deporte queden salvaguardados. De lo contrario, el deporte podrá pasar desapercibido en un Currículum Vitae en lugar de convencer al entrevistador de que tiene frente a sí a una persona integral.
Carlos Miguélez Monroy
Periodista