Lo leí en la prensa del pasado doce de agosto; España exprimía a sus desamparados «súbditos» (que no ciudadanos) permitiendo que los monopolistas del teléfono móvil (no sé los del otro tipo aunque me imagino que andarán por el estilo) con las tarifas más altas del mundo «civilizado» y «menos civilizado», puesto que la OCDE, la que igualmente en el pasado año ya… «advirtiera en 2008 de lo cara y lenta que era la oferta de Internet en España en comparación con el resto de mercados, un informe en el que ya indicaba las consecuencias negativas que eso conllevaba en el desarrollo económico del país». O sea y más claro, que estamos asfixiados por los monopolistas que mantienen estos inútiles gobiernos españoles, que lo han sido y son simplemente de parte… y esas partes capitalistas que los dominan son las que mandan.
Y como ya digo que estamos indefensos en un sistema de «nuevas dictaduras monopolistas y capitalistas» (esto que tenemos encima tiene de democracia lo que yo de chamán navajo) mientras unos pocos se enriquecen, la masa de españoles (ocurre igual en otros países) nos han empobrecido en un grado que sería curioso evaluar, cosa que como no es política… los que dicen gobernarnos (o la oposición: monta tanto: ambos van a por el control) no van a realizar pase lo que pase, seguirán disputando el pastel y empleando la mentira como hasta aquí han hecho.
Como quiera que fui colaborador y mantenedor de un espacio radiofónico bisemanal y desde 1976 a 1993; conocía algo ese otro negocio, del que su director simplemente me decía… «esto es una mina, vendemos a precio de oro el tiempo… y el tiempo no nos cuesta nada»… Por ello aquellas emisoras que cerraban a media noche y abrían ocho horas después, terminaron por «castigarnos» con las 24 horas de «servicios informativos» (que no son otra cosa que repetir y repetir)… pero el negocio es el negocio, y esa materia prima que es el tiempo, la han aprovechado todos los que «venden tiempo»; y por ello los grandes capitales y demás centros de poder, están sostenidos sobre ese intangible elemento cual es el tiempo.
Las masas idiotizadas… se pegan a esos «medios que no enteros» y se dejan seducir por esa nueva droga, cual es la mal llamada comunicación social; puesto que tras «tanta comunicación»… el individuo ha acabado por estar más sólo he incomunicado que nunca… «lo han aislado pegándolo a tanto artilugio como le han hecho y hacen comprar y consumir». Da pena profundizar en todo ello.
Soy de los que conoció el teléfono de manivela y que luego pasó a ser de baquelita y de disco para marcar los números, pero en el que igualmente había que pedir a viva voz y mediante conexión con la centralita, las conferencias interurbanas. Recuerdo que una vez y en mis primeros tiempos de representante de comercio… tardé nada menos que dos días en poder conectarme, desde la central de teléfonos de mi ciudad, «capital de provincia» (Jaén), con un representado de la provincia de León (La Bañeza) para poder cerrar una operación de aceites de linaza… eso ocurría hace entre 40/50 años… después ha ido viniendo el «aluvión» de automatismos y como consiguiente la total deshumanización de un servicio que empezó siendo humano.
Ya viajando por España, yo hacía uso del teléfono cuando no había más remedio que emplearlo, pero nunca más; entonces el correo postal funcionaba muy bien, cosa que hoy ha retrocedido una enormidad… y casi todo se resolvía por este medio y «sin tantas prisas» como después nos han inyectado. También tenía advertido en mi casa, que «la ausencia de noticias eran buenas noticias»… o sea, que si no llamaba a casa, era por que todo iba bien. Con ello me ahorraba tiempo y dinero… y no pasaba nada.
Hoy cuando veo a esas multitudes pegadas a «su telefonín» sonrío y me pregunto… ¿tanto y tan importante tendrán que hablar?… las masas no conocen aquella máxima de los sabios antiguos… «Recuerda que los dioses te dieron un orificio para hablar, pero te dieron dos para oír y dos más para ver»… Sabia lección que nos enseña a ver, oír y luego meditar antes de hablar.
Desconozco aunque intuyo, el brutal gasto en «telefonines» que soportan muchas familias o individuos, no explicándome el cómo no se plantean en que ese aparato es para una necesidad, no para jugar con él y contarle a quién sea… «Las Mil y una noches»; pero al parecer esa droga ya es ingobernable. Se han impuesto lo que yo denominé hace muchos años como… «necesidades vicio».
Por mi parte y a mis setenta y un agostos, aún no tengo «telefonín propio» y el otro normal, lo uso de tan tarde en tarde que alguna vez se me va a «oxidar» por falta de uso; por tanto no son elementos imprescindibles, ni mucho menos… «son como el extintor de incendios… se usa cuando es necesario y nada más».