A dos meses de celebrar la caída del muro de Berlín (9 de noviembre de 1989), hoy toca recordar el aniversario del que probablemente sea el conflicto más vil, cruel y despiadado de la historia de la Humanidad. En efecto, un primero de septiembre de 1939 comenzó la Segunda Guerra Mundial, que no hizo sino dejar en un tercer o cuarto plano a su antecesora, la denominada hasta entonces Gran Guerra. Con la escalofriante cifra de 60 millones de muertos, que los historiadores han venido manejando hasta ahora, quienes no hayan leído o estudiado nada acerca del conflicto podrán hacerse una idea de la dimensión del mismo.
Fruto, entre otras causas, de un sentimiento de rencor del país germano y con Adolf Hitler al frente del sistema totalitario, el 1 de septiembre de aquel año las tropas del fÁ¼hrer cruzaron la frontera polaca y apenas una semana más tarde lograron sitiar Varsovia. Ante la amenaza de Francia e Inglaterra, Alemania encontró la declaración de guerra como única salida. Fue entonces cuando todo comenzó: la vuelta atrás resultaba inevitable y las balas iniciaron el camino de la destrucción, el hambre, la miseria y la muerte más escalofriante.
Todavía hoy, resulta increíble recordar que la única razón para el ataque que Hitler defendió fue la supuesta enemistad que algunos representantes polacos habían demostrado contra el país germano, concretamente contra una emisora de radio.
Setenta años han pasado desde aquel día. Y sirva esta entrada para recordar a las víctimas, la única razón que encuentro para seguir hablando de este asunto. Conozcamos la historia o, mucho mejor, la parte humana de la Historia, sea ésta de la naturaleza que sea. Se lo debemos, como poco, a los millones de inocentes que perecieron bajo el más cruel de los rostros.
(La fotografía pertenece a la web portaleureka.com)