El juez acaba de archivar la causa contra Jaime Ferrero y Juan Carlos Vázquez, los jóvenes de Talavera de la Reina que se encargaron de poner en marcha y exhibir los restos de una verdadera cacería de gatos. Los mataron y, más tarde, mostraron los cadáveres de los animales a través de diversas fotografías en una página de Internet. Sin pensarlo, sin pudores y con total aversión hacia la sensibilidad de unos seres vivos que tuvieron la mala suerte de dar con ellos.
Aunque parezca mentira, ahora el magistrado ha decidido que no existió maltrato animal porque «se trataba de una cacería». No entiendo mucho de leyes, pero sí de sentido común y os pregunto: ¿conocéis a alquien que alguna vez haya salido de cacería y su objetivo hayan sido los felinos salvajes? Yo, absolutamente a nadie. Si no había nada irregular ni digno de castigo, en palabras del juez, ¿por qué motivo el partido político al que pertenecían decidió expulsarles de forma incondicional?
¿A qué están jugando? ¿A tomarnos el pelo? El letrado hace su trabajo y lo respeto, pero de alguna forma les ha dado la «razón legal» y la publicidad sobre este caso puede, como siempre, «alegrar la vida» -léase, animar a repetirlo- a aquellos que disfrutan con el sufrimiento de los animales, sea en la forma del caso que menciono o a ojos de todos los asistentes en una plaza de toros.
Por favor, concienciémonos y dejemos a un lado el populismo. Mejor, destruyámoslo para conseguir que ningún animal se vea abocado al dolor que les propinan aquellos que, dudosamente, nacieron para vivir.