Déjame decirte, Antonio Burgos, que el sábado 26 de septiembre de 2009, después de leer tu artículo en la edición sevillana de ABC, me lo dejaste claro: eres un impresentable.
Sabía de tu machismo soez y tus fobias sexistas, de tu frivolidad casposa por las despreciables alusiones que llevas hecha a la condición femenina. Por citar algunas: «batallón de modistillas ministeriales» (refiriéndote a las ministras del gobierno); «aceptamos a Chacón como animal de compañía»; «Carmen la del bombo» (por su avanzado estado de gestación); «flamenquita de Alcalá de los Gazules» (a la ministra Aído); «catalana de mierda, que no sabe una papa de dialectología» (a Montserrat Nebrera); etc. Pero lo que no me podía esperar era que fueses tan abyecto como para arremeter y machacar a unas menores de edad. No, no, por favor, no se te ocurra decir que haces uso de la libertad de expresión porque ya sería el colmo de la indecencia. Yo entiendo que no comulgues con la ideología socialista, y que por lo mismo no estés de acuerdo con este Gobierno. Es razonable. Lo que ya no tiene lógica es que maltrates a unas menores por el hecho de no compartir la política de su padre.
¿Tienes idea siquiera del daño que tus palabras han podido causar a estas niñas?
«Vista la foto del Metropolitan de Nueva York, donde las dos mocitas fueron de gañote en el avión oficial de papá, ahora comprendo a ZP. Ahora me explico que no quiera enseñar a sus niñas. Si yo fuera padre de esas dos criaturitas no las enseñaba por nada del mundo. Tapaditas en La Moncloa están más guapas.»
¡El colmo de la necedad humana! ¿Cómo es posible que un personaje público actúe tan vilmente contra unas niñas -sin importarle para nada las consecuencias- con tal de menoscabar al padre? Y sobre todo, ¿cómo es posible que un diario que se supone prestigioso permita que en sus páginas se vulnere los derechos de dos menores? ¡Es incomprensible!
«Que las niñas de Zetaparo eran dos callos horrorosos lo sabían los más íntimos en La Moncloa, pero ahora se ha enterado España entera. Son de salir corriendo. Yo no sé si es porque iban vestidas de JalogÁ¼in, o porque lucían el uniforme oficial de los góticos, pero tú te encuentras a las 12 de la noche con estas puñeteras niñas en una calle oscura, se te acercan, un poner, a preguntarte dónde para el autobús de Alcosa, y del salto que pegas del susto llegas corriendo a Carmona».
Seguramente te consideras un tipo gracioso ¿verdad? Mira, Burgos, de lo que ahora se ha enterado «España entera» es de la clase de persona que eres: vulgar y muy poco profesional. Y espero que al menos esto sirva para hacernos reflexionar sobre el nivel mínimo de ética que debería exigir cualquier medio de comunicación a sus colaboradores.
«Bueno, menores para que el padre diga que no quiere que salga su foto, o que las pixelen», se replica a sí mismo. «Pero no menores para que aborten sin tener que decirlo a los padres. Estas son las contradicciones del sistema.»
Pues mira, fíjate: si esas son las contradicciones del sistema, las tuyas y las de todos esos lectores que te han pedido este artículo y que se consideran «gente de orden» «decente» y «de bien», tú las acabas de poner de manifiesto una vez más.
Y seguimos:
«Góticas. Los lectores que me piden este artículo me aseguran que son góticas (…). ¡Qué ofensa para el arte gótico, llamar góticos a estos adefesios con botas de la Brigada Paracaidista en Sidi Ifni y muñequeras de levantador de pesos de Galisport!»
¡Y que lamentable ofensa eres tú, Antonio, para el periodismo de éste país!
Tras el revuelo ocasionado en Internet por éste deplorable artículo, la Web de ABC de Sevilla se apresuró a retirarlo a los dos días. Espero que el Defensor del Menor y la Fiscalía de Menores tomen cartas en el asunto y procedan en consecuencia, ya que el daño está hecho.