Desde finales de los años 70 y mediados de los 80 se han invertido millones de petrodólares en el continente europeo para la creación de una red de influencia en el sistema educativo y los círculos de política exterior.
Mientras el cabo español Cristo Cabello Santana moría asesinado por los yihadistas en las afueras de Shinwashan un olvidado poblado de Afganistán; la élite académica de Occidente, especialmente los intelectuales progresistas de Europa occidental al igual que algunos gobiernos europeos continúan influenciados por los regímenes que exportan terror, pero que incomprensiblemente son vistos con buenos ojos pues les proveen de petróleo, por lo que pareciera no ser relevante que asesinen a sus soldados en guerras que sus propios gobernantes niegan y eligen denominar misiones de paz.
Desde la crisis petrolera de 1973, los países productores han logrado intimidar y mantener el temor de una repetición de aquel boicot dentro de la dirigencia económica y política europea. Desde entonces, la «Petro-Yihad» no solo ha influenciado las relaciones internacionales de las democracias europeas, sino que ha modificado parámetros y relaciones vitales en gestiones de gobierno de no pocos gobiernos en Europa, y con ello, se ha favorecido la presencia y el afianzamiento del yihadismo en el continente.
Así pues, muchas cancillerías brindan honores a dictaduras productoras de petróleo del Oriente Medio y la zona del Golfo a sabiendas que con ello están manteniendo relaciones con ideologías wahabistas y salafistas que originan las bajas entre sus propios soldados. Un repudiable ejemplo de esta dualidad lo configura la reciente gira de un grupo de diputados del PSOE junto a delegaciones de ONGs que viajaron a la región a reunirse con representantes de organizaciones políticas sindicadas como terroristas por la propia Unión Europea, al tiempo que sus soldados son asesinados en una guerra que sus dirigentes políticos denominan «misiones de paz».
A menudo se aprecia que ONGs europeas son financiadas directa o indirectamente por dineros y gobiernos productores de petrolero, de allí que los gobiernos europeos y las propias instituciones de la UE hacen la vista gorda a ciertas situaciones para no hacer frente a la ideología yihadista, esta dirigencia política piensa que ello podría suceptibilizar y molestar a los regímenes petro-exportadores de yihad.
Ello, a pesar que los yihadistas como Al Qaeda y sus células satelitales han golpeado a los EE.UU. el 9/11/2001 y a Londres en 2005, por no mencionar que se sabe claramente quienes están detrás de los elevados índices de violencia en Holanda, Francia, Bélgica, Alemania y Escandinavia. Aun así, los expertos de la UE continúan aconsejando (desde la corrección política) no llamar a ésta ideología: yihadismo y se empeñan en llevar adelante lo que denominan alianza de civilizaciones.
En mi ponencia de éste año en el campus de verano de la Fundacion FAES en Navacerrada, como en muchas de mis intervenciones en los medios de prensa e instituciones de los EE.UU. y Latinoamérica, indique claramente lo que sostengo configura el mayor error en el campo de la seguridad internacional en los últimos años, y esto es: que los burócratas de Occidente en general y de Europa en particular así como sus asesores evitan identificar el terrorismo con su verdadera raíz ideológica.
Esta negación y la vaguedad de sus discursos, como así el rechazo en admitir que detrás de las acciones del terrorismo integrista hay una ideología totalitaria que claramente se denomina yihadismo es lo peor que puede ocurrirle a Occidente. Señale también que esta modalidad se ha tornado en una suerte de cobardía intelectual y solo puede ser entendida en el mantenimiento de prebendas económicas y en el temor. Lo cierto es, que las investigaciones y los discursos que pretenden mostrarnos no se condicen con la realidad, ella es muy diferente a esa palabrería vacía y da por tierra con ese estilo de corrección política.
La excepción la marcan los legisladores de Europa central y oriental, ellos son más esclarecidos al momento de calificar las ideologías totalitarias como así a las tácticas de penetración utilizadas por los yihadistas. Naturalmente, esto se debe a que los europeos del este tienen más experiencia con el terrorismo ya que han vivido bajo regímenes totalitarios durante muchas décadas.
La buena noticia es que en el actual Parlamento Europeo hay un grupo de diputados que finalmente han sido capaces de definir la amenaza del yihadismo y están trabajando de forma correcta en esa problemática. Otros, principalmente los representantes de la progresía han optado por estimular consignas como la tolerancia generando con esta estrategia mayor confusión en la ciudadanía y favoreciendo la expansión yihadista. La mala noticia es que los grupos petroleros de presión han convencido a estos últimos al igual que a los intelectuales y la dirigencia política mal informada que actuar contra los yihadistas es actuar contra los musulmanes.
Esto ultimo, naturalmente no solo esta mal, sino que es incorrecto. De hecho, actuando contra los yihadistas se estará actuando para liberar a los musulmanes de las fuerzas fascistas que los oprimen. Pero infortunadamente han sido engañados desde hace muchos años por los apologistas y los agentes de la propaganda yihadista así como en el pasado sucedió con muchos intelectuales occidentales durante la Guerra Fría, donde se le decía a la opinión publica que los ciudadanos comunes en Europa del Este eran muy felices bajo el régimen soviético, pero cuando el muro de Berlín cayo se tuvo amplio conocimiento de las brutalidades y las violaciones a los derechos humanos a las que eran sometidos los ciudadanos que para su desgracia vivían detrás de la cortina de hierro bajo el totalitarismo soviético.
La tolerancia con el fascismo es una forma de colaboración con ella, muchos aun no lo han comprendido o lo ignoran deliberadamente. Lo que el público de Occidente debe saber es que se le esta engañando, se pretende hacerle creer que tiene que ser tolerante con una ideología que es la más intolerante del planeta. Este es el engaño planificado en el que ha caído el público europeo y occidental en la actualidad.
Lamentablemente, los propagandistas yihadistas son muy buenos en eso y disponen de millones de petrodólares para su tarea. En los últimos años se le ha hecho creer a muchos funcionarios de Europa Occidental e incluso de los EE.UU. que con la sola mención de la palabra yihad se ofendía a todos los musulmanes, lo cual es una falacia que ha brindado legitimidad a los terroristas.
Desde muchas ONG’s se les dijo a los ciudadanos que la yihad es poco menos que la practica de Yoga, de allí que para los intelectuales y los dirigentes progresistas europeos el término sea asociado con algo espiritual. De este modo muchos de los encargados de tomar importantes decisiones en Europa han cometido errores estratégicos enormes que han confundido a la opinión pública y a las jóvenes generaciones de estudiantes europeos, lo mismo a investigadores y profesionales del mundo académico y áreas de la seguridad nacional y las relaciones internacionales y esto es, indudablemente, lo que estamos viendo hoy. En cualquier caso, esta problemática no perdurara in eternum y tiene solución, pero se necesitara de algún tiempo para revertir tales confusiones y ojalá que no de mas muertes como la del cabo Cristo Cabello Santana.
Si se desea enfocar el problema en forma correcta y en busca de soluciones concretas, es imposible ignorar, y se debe tener claro, que el adoctrinamiento ideológico de los yihadistas se produce por dos factores fundamentales, a saber: a) El financiamiento de los regímenes productores de petróleo, y b) Las redes de militantes que proporciona los recursos humanos.
Desde finales de los años 70 y mediados de los 80 se han invertido millones de petrodólares en el continente europeo para la creación de una red de influencia en el sistema educativo y los círculos de política exterior. La financiación se ha centrado fundamentalmente en ONGs de estudios sobre Oriente Medio, diálogos inter-religiosos, estudios islámicos y estudios de las relaciones internacionales, todo ello bajo la cobertura de «conocer mejor el Oriente Medio, sus culturas y formas de vida».
De hecho, la financiación en muchas universidades e instituciones culturales europeas relacionadas al Oriente Medio han afectado con su visión parcializada elementos que son universales y que hoy son receptados de forma sesgada y no en su universalidad, sino geográficamente y según los designios y las simpatías por tal o cual régimen.
Por un lado, se parcializo el estudio de las cuestiones relacionadas con los derechos humanos, incluyendo los derechos de la mujer y del niño, lo mismo con los derechos de las minorías religiosas. Por otro, es borrosa, sino desconocida la visión y la conceptualizacion de los estudiantes en la universidades europeas sobre lo que significa la palabra yihad y su ideología, y un hecho no menor es que desde estas universidades especializadas se han graduado muchos profesionales que luego fueron contratados por gobiernos europeos, organismos internacionales, medios de comunicaciones y ONGs.
Cuando algunos académicos hablábamos y escribíamos sobre la financiación wahabí dentro de Europa y los EE.UU. antes del año 2001 nadie entendió la amenaza que explicábamos y nunca fue receptada en correcta forma, la respuesta simplista era calificarnos de intelectualidad reaccionaria.
Pero cuando se produjo el atentado masivo a las Torres Gemelas donde se asesino a más de 3000 personas, el público estadounidense y gran parte del europeo quedó estupefacto y horrorizado aquel 9/11 y no podía creer ni entender lo que estaba sucediendo. Infortunadamente, fue allí que comenzaron a comprender a que nos referíamos los que estudiábamos el fenómeno de la ideología yihadista.
Lo concreto es que la ideología yihadista fue manipulada por sus apologistas occidentales en los claustros universitarios europeos durante muchos años, y es debido a ello que hoy Europa esta inhabilitada y bloqueada para actuar correctamente contra esta amenaza.
Esto tiene que ver con la confusión que se generó sobre la opinión pública en relación a la amenaza del terror yihadista y la carga de la responsabilidad en este aspecto es de la mayoría de la clase dirigente progresista de Europa occidental.
Hoy se continúa en el error con el afán de resolver este problema y se observa con recelo un fenómeno que se ha producido en las últimas décadas en relación al creciente número de la población musulmana en varios países de Europa que ciertamente ha crecido de forma exponencia (fuera de los Balcanes, donde son nativos); pero no va por allí la solución, aunque en parte es positivo que se atiendan estas cuestiones demográficas.
Este fenómeno ha sido la consecuencia natural de las políticas y las acciones de la élite económica de Europa occidental que quería mano de obra inmigrante barata. Por tanto, la actual ecuación cuantitativa era más que previsible y no debería sorprender ni generar rechazo en los europeos.
Era una obviedad que las decisiones tomadas en los años 70 y los 80 en términos de política inmigratoria iban a afectar el equilibrio demográfico. ¿Por qué los europeos se sorprenden y algunos se manifiestan consternados por lo que sus dirigentes han decidido hacer en el pasado para disfrutar de un mejor estilo de vida?.
La sorpresa del público europeo hoy en día debería tornarse en preguntar porque no fue informado por su propia dirigencia política que la ideología del yihadismo avanzo y avanza en las comunidades de inmigrantes; ese es el punto central. No es que haya una Europa más o menos racista o xenófoba, hay una Europa engañada por un sector de su clase política dirigente. Y ello, debido a que para la elite política europea la yihad era el equivalente al yoga o a una suerte de espiritualidad ejemplificadora de lo moral.
Esto último genero que la opinión pública no prestara atención hasta que los disturbios urbanos afectaron peligrosamente sus ciudades y el terror yihadista comenzó a golpear más fuerte en la forma de vida europea. Esta realidad viene a demostrar que es este aspecto donde los europeos deben poner sus prioridades en orden. Tienen que ocuparse inmediatamente de «la cuestión ideológica» y en segundo lugar dedicarse a las cuestiones demográficas. Lamentablemente, desde la Unión Europea tienen temor, ellos no quieren tocar la cuestión ideológica e ignoran que con ello están dejando a sus poblaciones libradas a suerte ante éste problema.
Esta es la razón por la que leer y escuchar analistas europeos hablando del problema de la demografía musulmana se torna superficial e irrelevante, en tanto ellos y la dirigencia política en primer lugar, no tratan en lo más mínimo de esclarecer y calificar con claridad al enemigo ideológico para aislar la amenaza yihadista de forma correcta. La realidad es que Europa carece de una estrategia para hacer frente a esta problemática y esto no es una critica a Europa solamente, pues no estoy diciendo que los EE.UU. esten en mejor posición en la actualidad.
Las democracias europeas y sus sociedades son el blanco inmediato y actual de los regímenes petrolíferos que financian programas económicos para (con ello) socavar sus democracias. Esta es la forma en que debe ser interpretada la confrontación de la nueva guerra de las ideas. Hay algo que Europa debe comprender con urgencia si no desea repetir graves acontecimientos de violencia que ya han tenido lugar en su territorio, y ello es, definir claramente la ideología con la que se enfrenta. Esto requerirá de condiciones de liderazgo que desgraciadamente han estado ausentes en muchos países europeos en estos últimos años.
Un aspecto de esta «tragedia» es una condición que surge de una cierta desproporción entre el liderazgo y su destino y se origina cuando la dirigencia se enfrenta a un medio hostil con indiferencia, pero también surge, como Stefan Zweig observara de Maria Antonieta: cuando una posición trascendental o una agobiante responsabilidad es depositada sobre dirigentes débiles e incapaces.
Ejemplos a través de la historia abundan, recordemos a Neville Chamberlain en Munich o a Luis XVI el 16 de julio de 1789, el día en que la Bastilla fue asaltada y el escribió en su diario: «rien» («nada»), significando que ese día no había ido de caza o a una fiesta y se había retirado a sus habitaciones a las diez de la noche, el Duque de Liancourt llego mas tarde esa noche y tuvo que despertarlo para informarle que la multitud de Paris estaba desfilando con la cabeza del gobernador de la Bastilla clavada en la punta de una pica. La conversación que continúo es conocida por cualquier estudiante de historia, Luis XVI pregunto agobiado a su interlocutor: «Usted me trae noticias de una revuelta».
La respuesta del Duque fue: «No Señor», es peor que eso, es una Revolución de una ideología que no conocíamos y se instalo en nuestro pueblo.
En alguna medida, esta es la historia de algunos dirigentes europeos actuales que se fueron a sus camas a las diez de la noche y de legisladores que descuidaron el ánimo, la influencia y el sentir de sus sociedades ante la imposibilidad, el temor o la ignorancia para conceptualizar una ideología que ha hecho pie a sus anchas favorecida por las propias instituciones democráticas a las que esa ideología se ha propuesto destruir hace mas de treinta años.
Lo que cabe preguntarse es si las sociedades europeas se atreverán a ser libres y elegir su propia forma de vida o no, pero por sobre todo, lo que su dirigencia política esté dispuesta a hacer para defender la respuesta a esta pregunta.