Ante la situación ya calamitosa de una nación que cual barco desarbolado y dando bandazos dentro de una gran tormenta y que amenaza tifón, terminará yéndose a pique si no cambia la atmósfera; debemos preocuparnos todos y en especial esa inutilidad en conjunto, cual es el denominado «parlamento español» y que si tuvieran la dignidad suficiente, ya habían obligado a este nefasto y devastador gobernante, a convocar nuevas elecciones para ver si de verdad cambiaba la «atmósfera política» y se iniciaba una nueva navegación en mares más tranquilos, navegables y propicios para llegar a buenos puertos.
¿Por qué y siendo mayoría estos parlamentarios no realizan una acción verdaderamente nacional y renuncian a las miserias de su panza y su bolsillo, como acaban de hacer algunos vascos y canarios? Inexplicable ello ante tal cúmulo de calamidades, pues tanto vascos como canarios «navegan en ese hipotético barco desarbolado y dentro de la tormenta o tifón»… ¿qué creen estos desaprensivos que llegado el naufragio y hundimiento ellos van a salir mejor parados?. ¿Qué les podemos decir, ilusos o miserables?
Pero volvamos a lo que dice mi titular sobre este nefasto personaje, que como «el rey felón» nos ha caído… «por la gracia de las urnas y no de Dios» como aquel perverso, que gobernó en el S XIX y al que yo le achaco, hasta… «la guerra civil del 1936 y todas sus consecuencias, que aún colean».
Mi vejez y experiencia en el trato de hombres y mujeres a lo largo de más de sesenta años, me permiten como observador el hacer un retrato del tal personaje, puesto que en general es el mismo que la historia cuenta de otros que gobernaron, pero que la historia «a ras de suelo», contiene en infinidad de casos, en que advenedizos, niños caprichosos, inútiles totales y similares, al llegar por las circunstancias que sean, a administrar unos bienes… los han destrozado, arruinado o incluso arrasado.
Todo ello ocurrió, ocurre y ocurrirá, por ese desbordado orgullo, del que en realidad es «un donnadie» o aún menos, pero que se cree por el contrario, algo así como «el privilegiado de los dioses y en comunicación con todas las musas de la inteligencia» y todos, encerrados en esa burbuja peligrosa, llegan al mismo punto en que llegara aquel nefasto y enano rey francés… «Después de mi el diluvio»: o lo que es lo mismo… «yo y siempre yo y caiga el que caiga».
Bajo estas deducciones, Zapatero no ha dado un palo en el agua, o sea que no ha hecho absolutamente nada (o tan poco que se desconoce) en su vida privada; simplemente ha nacido, ha crecido, se ha arrimado a un lugar «acogedor»; ha permanecido echando «callos en el culo» y en silencio. Y así ha llegado a un lugar que a la vista está, no estaba ni someramente preparado para ello.
Pero llegado a ese «estelar» trono de mando; ha caído en el endiosamiento que todos estos inútiles caen; o sea en creerse lo que antes digo y como tal, imprescindible para la marcha de… ¿debo decir su patria? Pero no, su patria es su ego, su vanidad y es superior a todos los sentimientos patrios si es que tuvo alguno alguna vez.
Ahora lo que trata es de «ser coronado» como «presidente europeo» y lucir su ego por todos los foros del mundo como tal y que le rindan pleitesía (aunque muchos van reírse de él y a sus espaldas) y así, ganar tiempo y fama, para seguir optando a la presidencia españolas… «por los siglos de los siglos». No sabe o quiere saber, que tan pronto deje el sillón español, pasará al lugar en que siempre estuvo… o sea, a ser «un donnadie», pero al que le tendremos que seguir pagando los españoles con nuestro trabajo y ahorro, unos sueldos y gastos que indudablemente para mi, no los merece.
La cruel realidad de la política es que la política se ha consagrado en que un hombre es un voto y que cualquier hombre puede ser regidor nada menos que de una nación con cuarenta y cinco millones de habitantes… las consecuencias, a la vista están y además muy bien representadas en… «todo el mundo mundial». Y que ningún idiota me diga que añoro nada extraño como gobierno; soy plenamente convencido de que el menos malo de los sistemas es el democrático, pero que sea verdaderamente democrático, puesto que siéndolo no sería necesario escribir estos artículos tan crudos y que proliferan ya con gran abundancia, no sólo en idioma español sino en todos los idiomas principales de este pobre planeta, asolado… «por inútiles zapateros que ni saben de zapatos y mucho menos de verdadera democracia».