No es que me sorprenda nada el caso ocurrido en la ortodoxa Arabia Saudí; donde no hay más Dios que Alá, ni más propietarios que la muy extensa familia Saudita; que aparte de serlo es la familia más rica de todo el planeta y debido al consumo de petróleo que venden a «los infieles»; pero el negocio es el negocio y la religión es cosa diferente y es por lo que los saudíes contratan la construcción de un ferrocarril, nada menos que al «increyente o ateo» Gobierno Chino, el que junto al material, manda a los sagrados territorios del Islam, nada menos que varios millares de chinos, que… ¡Oh milagro se han convertido o van a convertir en islamistas! ¿Por la gracia de Alá? Tengo mis dudas, puesto que he visto tantas cosas a lo largo de mi ya larga vida… que cuento alguna; aparte de las que la historia cuenta y que son como yo digo generalizando los intereses materiales… «de panza y bolsillo».
Los viejos españoles recordarán como yo… «que en pleno apogeo del franquismo» y en el que la Iglesia Católica era un poder a tener en cuenta; surgieron lo que se denominó, «Cursillos de Cristiandad» y donde no dudo que muchos de sus cursillistas, fuesen de verdad fervientes o convencidos cristianos, que querían perfeccionar sus creencias y sobre ellos, nada que objetar, sino todo lo contrario, mostrar mi mayor respeto. Pero en aquellos cursillos entraron algunos (no sé si muchos o pocos) que los emplearon como plataformas para prosperar en la vida; puesto que apegados a los curas (no digamos a los obispos) en la España de Franco, se medraba muy bien e incluso se prosperaba muchísimo y por ello, quienes conocían la trayectoria de estos nuevos «conversos», sonreían como sólo se sonríe en España viendo lo que aquí denominamos «el percal».
Así; luego de pasados «esos fervores» y debilitado el régimen, fueron apareciendo las realidades de aquellos arribistas, alguno de ellos incluso luego decantado como comunista (que dicen ser ateos) y al que conocí y no sé si aún vive… pero es claro, «había que vivir y arrimarse al sol que más calienta»; cosa humana por demás, puesto que «la panza y el bolsillo pesan» y hay que anteponer unas cosas a otras. Es lo que pasa en política con los chaqueteros y que pasan de partido en partido como si tal cosa; y son también abundantes, pero éste es otro cantar y por tanto vuelvo al religioso por conveniencia.
Ya iniciados los trabajos del ferrocarril saudita; hay fervientes o fervorosas protestas, por cuanto se critica al gobierno (recordemos que es un absolutismo total) el que esos infieles no debieran trabajar y menos en lugares donde está prohibido pisar a otros que no sean de la fe de Mahoma. Al resto de «servidores o sirvientes que allí traen del mundo subdesarrollado y que los tratan como ya se ha publicado muchas veces, de esos no hablan nada, el silencio más absoluto pese a los abusos que con ellos realizan.
¿Qué han hecho los chinos? Pues muy sencillo, que de grado o a la fuerza (supongo que presionados por las autoridades chinas) ya se han convertido más de medio millar de chinos y se espera que a lo largo «de las obras ferroviarias», se conviertan hasta un total de cinco millares o más. Terminadas las obras y esos chinos regresando a China… y «casi seguro que el islamismo adquirido en el puesto de trabajo, o se queda en Arabia o en el trayecto de regreso a sus hogares». Puesto que «comulgar con ruedas de molino, o a la fuerza» (como se dice en España) eso no lo acepta nadie… salvo ya digo, o por ambiciones a más o menos largo plazo… o simple y más humanamente; por llenar la panza y nutrir el bolsillo lo más posible.