Siempre me dio risa aquel título de «muy honorable», puesto que la honorabilidad política ha estado casi siempre por los suelos y ahora mucho más; o quizá lo mismo que siempre, puesto que ahora sabemos muchas más cosas que antes; simplemente no nos llegaban esas informaciones y los políticos de todo tipo y desde «las testas coronadas hasta los munícipes de más baja categoría», nos parecían algo superior puesto que para ello tenían sus propagandas y sus coberturas de barnices hipócritas y sólo nos llegaban sus bondades y nada más.
Por ello lo de la risa, puesto que si vemos en el diccionario de la RAE la definición de las palabras honor y honorable y luego nos fijamos en la realidad que nos asola, no es para echarse a reír, es para echarse a llorar a lágrima viva. Veamos una muestra, «en el país de los muy honorables», que no son otra cosa que «unos más de los que fueron a vivir de la política y nada más».
A la esposa del «muy honorable presidente de la Generalidad catalana», se le atribuyen nada menos que catorce cargos, que si bien no todos retribuidos, pero seguro que en conjunto y sumadas pagas, dietas y vete a saber; la señora del muy honorable, recibirá cada mes «un pastón»; por lo visto no pueden vivir con los suculentísimos emolumentos que cobra «su muy honorable marido» cada mes. Pero el que ha denunciado este asunto; «otro honorable catalán» de la oposición; sobre el mismo se publica que en etapas anteriores y concretamente de 2001 a 2003, acumuló un total de 41 cargos. Aparece también «otro honorable edil» de la ciudad de Barcelona; que aún estando en la oposición, acumula 17 cargos. Y así pueden ver una larga lista de «honorables plurienchufados», estén en el mando o en la oposición; puesto que en este tipo de potaje político (¿democracia?… no me hagan reír) hay cargos en abundancia para todos y si no los hay se inventan, se les asigna un presupuesto y a vivir como «honorables ricos sobre la base del dinero que nos sacan al indefenso contribuyente».
Todo esto lo publicó «El Confidencial» en su número del día 09-11-2009; pero no es nada sorprendente vista la corrupción y la degeneración política que ya soportamos en España; pues no hay día en que no aparezcan nuevos escándalos de todo tipo y lo que nos dice bien a las claras, los que aún están ocultos, larvados o simplemente guardados como armas arrojadizas de unos a otros par lanzárselas cuando el momento sea más propicio «para el atacante».
En estos días estoy leyendo un muy interesante libro, escrito por un catalán nacido en Barcelona y que historiador, hace una recopilación histórica de esa región española y abarcando, nada menos que desde el siglo XIX hasta los finales del franquismo. Entra en ese relato también el resto de España y en él aparecen desde asesinatos hasta todos los trajines que ocasiona la sucia política (siempre ha sido sucia); pero en lo de corrupciones y corruptelas; desde luego no hay ni por asomo, todas las cantidades «ya industriales» que estamos padeciendo en esta época; quizá sea por cuanto aquellas épocas era de más pobres recursos, o quizá también por que aquellos políticos eran bastante menos corruptos que los que hoy nos asolan. El libro citado es: «Cataluña al natural» de Víctor Alba.
Y lo triste y lamentable es que van pasando los días, semanas, meses, años, quinquenios y décadas y esto cada vez «hiede peor» ¿Hasta cuándo y quién o quienes van a empezar a limpiar tanta podredumbre? Y quede bien claro que al común del pueblo, que somos la inmensa mayoría, nos importa un rábano quienes nos van a gobernar; pero eso sí, queremos políticos mucho más honrados y que nos cobren muchos menos impuestos; o sea que paguemos lo estrictamente justo para una marcha normal de un país medianamente bien gobernado. No pedimos milagros, pero de ello a esto que nos arruina, van distancias espaciales.