¡Y vuelta a empezar! El final de cada crisis económica no es más que el comienzo de la siguiente, porque la economía es una sucesión continua de ciclos al alza y a la baja, aunque haya teorías que lo nieguen, y el final de un ciclo a la baja es el comienzo de un ciclo al alza y, por tanto, el comienzo, también, del siguiente ciclo a la baja.
Dicho en pocas palabras, ahora que salimos de la crisis no estamos haciendo otra cosa más que adentrarnos en la próxima crisis, que vendrá precedida, eso sí, de un período de bonanza económica que disfrutaremos por un tiempo indeterminado.
Sin embargo, la burbuja financiera, el terror de los mercados, se está volviendo a formar, ante nuestras narices, ante nuestros propios ojos y no estamos haciendo nada para evitarlo, tampoco podemos, porque si lo hiciéramos condenaríamos la recuperación y perpetuaríamos la crisis.
Para salir de la crisis hay que poner los cimientos para la siguiente crisis, y sólo nos queda estar preparados social y moralmente para sobrellevarla de la mejor de las maneras posibles.
El problema es que hasta que llegue tenemos tiempo para olvidarnos de los problemas y volver a vivir por encima de nuestras posibilidades, consumiendo como si el mundo se fuera a terminar al día siguiente, y soñando con una felicidad plena.
El dólar está por los suelos, lo cuál garantiza competitividad internacional a las empresas estadounidenses, pero está provocando una huida de los inversores de la moneda referencia hasta ahora hacia el euro, que los recibe con los brazos abiertos. El problema es que la deuda de Estados Unidos es en dólares, con lo que los acreedores están perdiendo mucho dinero con esta debilidad del dólar.
Por otro lado, existe una clara tensión entre esta medida de mantenimiento de una moneda débil con los tipos de interés por los suelos, lo cuál provoca una mayor demanda de la moneda que provoca su fortalecimiento.
En cualquier caso, hay voluntad de mantener el dólar débil, cueste lo que cueste, y así los inversores toman prestado dólares para invertir en euros, aprovechando que casi no les cuesta nada.
Y todo ello, a la larga, provocará una burbuja que acabará por explotar y volveremos a contar la misma historia, otra vez, hasta la próxima crisis.