Ya lo dijo el pirata en la canción de Espronceda: …que yo tengo aquí por mío / cuanto abarca el mar bravío / a quien nadie impuso leyes.
Leo en el periódico una noticia que me deja estupefacto, como tantas otras, y a la que nadie parece dar importancia. A tal extremo de inverecundia moral ha llegado el país en que vivimos. ¿O será el mundo entero?
Está arribando, al parecer, o quizá ha arribado ya, a las aguas extraterritoriales de la Comunidad Valenciana un buque abortista que navega con bandera pirata, digo, holandesa. Su propósito, por lo visto, es el de anclar allí para que puedan interrumpir el embarazo (curioso eufemismo éste impuesto por la hipocresía de la corrección política) en su quirófano, si es que lo tiene, todas las mujeres encintas que deseen dejar de estarlo y no cumplan con los requisitos, ya de por sí lábiles, que nuestras permisivas leyes exigen para ello.
Sin comentarios.
O sí… Un par de ellos en forma de preguntas.
Si la flota aérea y naval española, y también la comunitaria, puede desencadenar acciones armadas en las aguas extraterritoriales de Somalia, e incluso en las territoriales, para defender de los piratas de la zona a los pescadores europeos que faenan en ellas, ¿no debería hacer lo mismo en el caso al que estas líneas se refieren?
Apuesto lo que quieran a que no lo harán. Y si pierdo la apuesta, me alegraré.
¿Veremos pronto flotillas de bucaneros anclados a corta distancia de nuestras costas y dedicados a la alegre y rentable tarea de vender cocaína al por mayor y detalle, suministrar armas de fuego y material explosivo a los terroristas o proveer de mano de obra barata a los proxenetas y mafiosos que organizan el suculento negocio de la prostitución?
Responda a mis preguntas quien sepa, quiera y pueda hacerlo.
Mal andamos, señores (y señoras, como dicen los gramaticidas de la corrección política). Espronceda tenía razón. Por el mar andan los peces, el chapapote, los vertidos tóxicos y los piratas, pero no las leyes.
Estamos tocando fondo.
Nunca mejor dicho.
Posdata: no es, en esta ocasión, la lógica, ética y legitimidad del aborto lo que se discute, sino el estricto cumplimiento de la legalidad vigente.