El debate está servido, el Gobierno ha querido pagar el peaje del apoyo que recibió de la SGAE y todos sus miembros en las dos elecciones que ha ganado y ha montado un circo mediático en el que tiene todas las de perder.
Porque los miembros de la SGAE son unos pocos mientras que los internautas somos millones. El error, como decía ayer, viene de que se está intentando ir contra supuestos piratas que quieren contenido audiovisual gratis en lugar de dar soluciones a internautas ávidos de contenidos a precios competitivos.
Todos los internautas estamos dispuestos a pagar por la música que escuchamos, las películas que vemos o los libros que leemos, pero queremos hacerlo con la tecnología del siglo XXI, no con la del siglo XX.
Un ejemplo adelantado y del que debería de aprender el Gobierno y todos los miembros de la SGAE es el videoclub que ha lanzado la edición online de El Mundo.
A través de la tecnología Pixbox, el usuario puede ver cualquiera de las películas de un amplio menú por 3.50 los estrenos y 1.80 el resto. Ahía está la combinación mágica, tecnología avanzada y precios competitivos.
¡Basta ya de hipocresía! Olvidémonos de los soportes obsoletos, la sociedad ha cambiado, los compradores de contenido audiovisual hemos cambiado, ¿por qué no cambian las empresas que nos proporcionan ese contenido?
Supongo que los artistas están o mal aconsejados o encorsetados por obligaciones contractuales, pero de ellos se esperaría algo más de apertura intelectual hacia un nuevo mundo en el que algunos ya estamos instalados.
La tecnología Pixbox es sólo un ejemplo de otros cientos de posibilidades que se pueden explorar para generar negocio de la descarga legal en Internet. Cualquier otra cosa que se haga no será más que censura y pérdida de tiempo.