El futuro para el conjunto de la biodiversidad gallega se ve muy difícil. Así lo afirma Mercedes Casal Jiménez, directora del grupo de investigación Ecología de Fuego de la facultad de Biología de la Universidad de Santiago de Compostela (USC). Según la experta, en varios años se perderá la riqueza de la vegetación gallega.
Á‰sta es una de las conclusiones que el grupo Ecología del Fuego, formado por diez miembros, extrae de sus últimos proyectos de investigación, orientados a conocer los efectos del cambio climático sobre la biodiversidad.
Los trabajos se centraron en conocer cómo crecen las diferentes especies en zonas quemadas afectadas por la variación climática y los resultados hablan por sí solos. «El cambio climático está afectando mucho a los diferentes ecosistemas gallegos. A pesar de que aún estamos perfilando los resultados finales, podemos asegurar que los bosques y matorrales son cada vez más lentos a la hora de recuperarse de los incendios», señala Mercedes Casal.
La lenta y cada vez más difícil recuperación de la vegetación provoca que el suelo esté menos protegido, le da más oportunidades a la erosión y, por lo tanto, frena aún más las posibilidades de regeneración. Tal como afirma la directora del grupo, «entramos en un círculo vicioso, es decir, la lenta recuperación y las lluvias torrenciales dan lugar a una mayor erosión del suelo y esto, a su evz, impide todavía más esta recuperación».
En cuanto a las posibilidades de solucionar el problema, Mercedes Casal no es muy optimista. «Galicia cuenta con más de 700.000 hectáreas de matorrales, lo que hace que sea casi imposible poder gestionarlas correctamente todas. No podemos hacer mucho», comenta.
Todo esto puede culminar en la desaparición de parte de las especies vegetales, muchas de ellas endémicas, que conforman nuestra vegetación. Por poner un ejemplo muy conocido, «cuando arden los pinos, no son capaces de rebrotar, tienen que germinar y por lo tanto la recuperación de estas poblaciones se puede alargar hasta veinte años o más».
Y la situación es aún peor cuando se trata de vegetaciones mixtas de pinos y eucaliptos, ya que, estos últimos, al tener una rápida recuperación, desplazarían completamente a los primeros. «Los pinos están en franca desventaja», concluye Casal Jiménez.
El papel de los incendios
Con el paso del tiempo, el desarrollo de las especies después de los incendios será más lento y las especies más vulnerables pueden desaparecer quedando una vegetación simplificada y muy combustible. Además, esto facilitará que aumenten los incendios y, por lo tanto, en unos años «los matorrales pueden estar formados mayoritariamente por toxos -afirma Mercedes Casal-. Es altamente probable que perdamos mucha biodiversidad vegetal».
Por lo tanto, ahora más que nunca es imprescindible la acción de las personas, que juegan un papel fundamenta, pues son ellas las culpables de, por ejemplo, las grandes emisiones de CO2. Según Mercedes Casal, en la cumbre del clima en Copenhague, «se deberían haber acordado las reducciones de gases invernaderos y el control de las talas a nivel internacional. Sin embargo, es muy difícil regular todo y poner de acuerdo al conjunto de los países», concluye.