La crisis puede ser una buena oportunidad para que nos planteemos una nueva forma de vida que se sustente sobre “lo comunitario y la ciudadanía”. Algunos autores auguran un mundo en el que el individualismo y el consumismo tienen los días contados.
Comienza un nuevo año, y con él los nuevos propósitos: ir al gimnasio, adelgazar esos kilitos de más, hacer ese viaje ya casi olvidado, no enfadarse por tonterías, tener un hijo, escribir un libro… Un ritual que trata de olvidar lo pasado y de ser más felices en este año que comienza.
El año 2009 trajo pocas alegrías. Fue un año difícil en muchos aspectos: guerras que no acaban, más personas hambrientas, escándalos de corrupción, desastres naturales, atentados terroristas… y, sobre todo, crisis y desempleo. Para muchos, el año 2010 será una continuación del año anterior donde la palabra crisis seguirá revoloteando sobre nuestras cabezas.
Autores, como Álex Rovira, sin embargo, nos hablan de la “buena crisis”. Crisis es una palabra que significa reto, desafío. Y como tal, esta etapa tiene muchas oportunidades al frente. Sólo hay que abrir la mente para poder verlo.
La nueva psicología y el coaching explican que existen personas para las que la vida no es más que un problema a resolver. Personas que hablan de “suerte”, de “casualidad”… Frente a estas, están aquellas personas que ven la vida como un aprendizaje y que piensan que el esfuerzo llevará su recompensa. Personas para las que la casualidad no es fruto de azar sino del trabajo y la previsión. Y estas personas son verdaderos valores para transformar la sociedad. Serán los protagonistas de los cambios y buscarán soluciones revolucionarias.
Para Rovira, la crisis es la oportunidad para transformar la realidad y “acabar con el viejo paradigma materialista”. El cuanto más mejor, tendrá que dar paso a otra realidad.
“Las personas que basan su felicidad en aspectos externos comenzarán a cambiar su foco de atención, volviendo la mirada al interior”, declaraba el autor catalán a un periódico español hace unos días. Esta situación nos dará vértigo. A muchos les generará una crisis existencial, a otros les provocará rechazo, otros lo acogerán con entusiasmo y esperanza… Pero todos lo haremos con temor a lo desconocido.
El hombre es un ser de costumbres. Nos sentimos cómodos cuando tenemos claras las reglas del juego y sabemos qué hacer en cada momento. Las crisis y el caos nos generan incertidumbres. De ahí, el temor a los cambios. “Y sólo nos atrevemos a cambiar cuando nuestro sufrimiento es mayor que nuestro miedo”, adelanta Rovira.
Para el barcelonés, la receta para ver con más optimismo el futuro y enfrentarse a los nuevos desafíos que nos han de llegar está en aprender a ser felices. No esperar a que “todo” vaya bien para empezar a disfrutar de la vida, sino disfrutar y “sacarle todo el jugo a la vida”, a cada minuto, a cada instante. Para ello, explica Rovira, hay que “recibir los contratiempos con humildad” para que podamos aprender de lo ocurrido; no dar nada por sentado para no decepcionarnos; “sorprenderse por lo que pasa” a nuestro alrededor y seguir viendo la vida con la mirada de un niño; “desarrollar tu función lo mejor que puedas”; “comprometerte con tu crecimiento interno” para luego poder hacerlo con el resto de las personas; y, sobre todo, “compartir tu experiencia” con los demás.
El individualismo y el ciudadano-consumidor tiene, según esta perspectiva, los días contados. La crisis en la que nos hemos visto inmersos este último año hace pensar en una solución donde “lo comunitario y la ciudadanía” vuelvan a un primer plano. Recuperar antiguos valores de comunidad, donde el otro no fuera ajeno a uno mismo y donde el bien común estuviera por encima del de unos pocos. Sólo así, las palabras “solidaridad” y “compartir” recuperarán sus verdaderos significados. Y si, como dice Alex Rovira, la felicidad viene del interior, ser más felices está en nuestras manos. Sólo tenemos que atrevernos a soñar una nueva vida.
Ana Muñoz Álvarez
Periodista