La comunicación es libre y plural y comporta los deberes y responsabilidades que indique la ley. Toda persona tiene derecho a la información oportuna, veraz e imparcial, sin censura… (Art. 58 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela).
Ya hace unos meses, siguiendo la recomendación de Benedicto XVI, acerca de hacer un uso más digno de los medios de comunicación social (MCS), me di a la tarea voluntaria, como laico cristiano católico que soy, de llevar a los lectores, a través de Facebook, la Palabra de Dios, en una síntesis diaria. Lo vengo haciendo, desde entonces, contribuyendo con la predicación del Evangelio de Jesucristo y a darle un poquito más de dignidad a esos medios, maravillas del desarrollo tecnológico. Por cierto, el santo Papa anima a evangelizar por internet e instó a los sacerdotes a aprovecharse del mundo digital para divulgar la palabra de Dios, tarea que considera primaria (El Nacional, 24 de enero de 2010).
Veo con agrado la presencia del Papa en Facebook, YouTube, en una palabra, en Internet, llevando la Palabra de Dios a todos, con la certeza de saber que puede llegar a lo más recóndito del planeta.
Cumple con esa presencia a darle más dignidad a los MCS y con su ejemplo invita a hacerlo, principalmente, a los profesionales cristianos católicos de las comunicaciones. Hay que evangelizar también valiéndose de los MCS.
Yo escribo persuadido de aquello de ESCRIBE QUE ALGO QUEDA en mi blog, http://escritoseneltiempo.blogspot.com, y a través de otros medios de comunicación social, siempre respetando la dignidad de las personas y de los pueblos. Yo creo en la libertad que Dios, al momento de la creación, nos confiriera, y que Á‰l, escrupulosamente, respeta. Yo creo en el uso responsable de la libertad, amando a Dios por sobre todas las cosas y amando al prójimo como a mi mismo, consciente de mi condición de pecador y de luchador contra el pecado. En este contexto, abogo por la existencia de MCS libres. No creo que sean neutrales.
No quisiera que estuviesen al servicio de los intereses económicos de los propietarios ni mucho menos que estén al servicio de proyectos políticos o ideológicos desde el poder o desde otras instancias. Y tengo mis pies sobre el piso y presiento que la verdad es amarga, atentatoria de la libertad y la democracia para todos.
Sin los MCS – afirma Benedicto XVI – es imposible imaginar la existencia de la familia humana. Sus tradiciones y sus culturas deberían ser ayudadas, en lo atinente a su promoción, por los MCS. Nuestra Constitución vigente habla de coadyuvar en ese fin promotor.
¿Pueden los MCS estar sólo al servicio del mercado y de la globalización? No podemos soslayar que los MCS tienen un enorme influjo sobre la mente humana y pueden hacer percibir realidades que muchas veces no responden a la veracidad e imparcialidad. ¿Deben ser más humanos a la disposición de valores superiores, tales como la globalización de la libertad y democracia para todos? ¿Deben estar para ayudar a promover el bien común?
Son algunas interrogantes que no pretendo presentarlas como limitativas sino enunciativas. Muchas están respondidas por Benedicto XVI en su Encíclica Cáritas in veritate. Invitan a una reflexión seria.
La manipulación de la verdad no debe ser política de ningún medio de comunicación social, ya sea público, ya sea privado, y todos tenemos derechos de acceder a ellos para el ejercicio responsable de la libertad de expresión, fundamento de la democracia para todos.