Bien por la Vicepresidenta que hoy ha hecho unas declaraciones reclamando unidad de todos los partidos para tomar medidas valientes que puedan repercutir en una mejor salud económica de nuestro país, aunque, como siempre son intenciones que llegan tarde.
Porque las medidas valientes no hay que tomarlas ahora cuando la crisis ya provocó lo que tenía que provocar, sino hace un año cuando la crisis estaba todavía en ciernes y era el momento de tomar medidas impopulares.
Ahora es hasta sencillo justificar una medida que vaya en contra del beneficio general en el corto plazo pero que genere una mejora general del estado económico. Lo complejo era hacerlo antes, cuando la crisis se intuía y los estadistas sabían que vendría, pero el pueblo no la tenía encima.
En aquellos momentos era cuando se le midió el talante y la aptitud al gobierno de Zapatero, suspendiendo en ambos casos. Porque el Gobierno que ahora reclama unidad para medidas valientes rehuyó de las mismas acomodándose en lo políticamente correcto y realizando acciones al dictado de los sindicatos, una de las grandes lacras de nuestra sociedad.
Fue cuando la crisis no había estallado en su plenitud cuando se debía de haber planteado la reforma del mercado laboral, cuando se debían de haber lanzado los incentivos empresariales adecuados y cuando se debía de haber propuesto el debate dentro del Pacto de Toledo.
No en estos momentos, aunque bien es cierto que cualquier medida será bien recibida, pero serán medidas que nos protegerán de nuevas crisis por venir, de ésta no nos salva nadie más que el tiempo, el dejar pasar el tiempo.
Y no nos olvidemos de los partidos de la oposición, los cuáles durante lo más profundo de la crisis se preocuparon más de sus intereses partidistas y electoralistas que de apoyar al Gobierno y corregirlo en la mesa de debate, no en los titulares de los medios de comunicación.
Tiene razón De la Vega cuando dice que la unidad es necesaria, siempre lo ha sido y siempre lo será, pero para ello necesitamos una democracia madura, no una democracia en edad adolescente incapaz de anteponer los intereses generales a las urgencias propias.