Un concepto es una «idea que concibe o forma el entendimiento», o al menos eso dice la Real Academia de la Lengua Española, así que habrá que tomarlo como cierto, o como formalmente aceptado. Es decir, un concepto sirve para formar el entendimiento, para que entendamos que estamos queriendo decir cuando hablamos.
Por ello es esencial utilizar el concepto adecuado en cada momento, y comprender con exactitud lo que denota cada concepto para poder seguir entendiéndonos y poder llevar a cabo una conversación inteligente, con réplica y contrarréplica que nos permita seguir creciendo como personas y como sociedad.
En los últimos años se han venido confundiendo dos conceptos que son intrínsecamente diferentes, pero en los que nadie se ha detenido a reflexionar, por comodidad, o por la venta de un titular, porque se está perdiendo la ética periodística en favor del amarillismo más zafio.
Los últimos datos de desempleo registrado en nuestro país hablaban de cifras que superaban los cuatro millones de personas desempleadas, es decir, personas que no tienen un empleo, un empleo reglado, se entiende, un empleo de los que cotizan a la Seguridad Social. Porque esa es la denotación exacta de desempleo, «falta de empleo regulado».
Sin embargo, en todos los medios de comunicación e incluso en las informaciones recibidas por parte de las Administraciones oficiales (lo cuál tiene aún mayor delito), se hablaba de más de cuatro millones de parados, es decir, personas que no realizan ninguna actividad, reglada o no, dentro o fuera de las cotizaciones de la Seguridad Social. Porque esa es la denotación exacta de paro, «falta de actividad».
No hace falta ser muy inteligente para comprender que en España no hay más de cuatro millones de parados. Si fuera así el país estaría en pie de guerra, las manifestaciones serían continuas, el pillaje el pan nuestro de cada día, y el Gobierno ya habría tenido que convocar elecciones anticipadas.
En esta vida hay que ser riguroso y comprender que gran parte de los desempleados se están buscando la vida fuera del mercado de trabajo oficial, con chapuzas por aquí y por allá, con trabajos sin cotizaciones, sin altas en la Seguridad Social. Es un trabajo precario, pero al menos les otorga unos ingresos que les permiten seguir viviendo.
También hay que aceptar que otra parte importante de los desempleados son prejubilaciones a la espera de llegar a la edad oficial para retirarse definitivamente. Por tanto, son personas que tampoco están en busca de un empleo, están desempleadas y paradas, pero sin voluntad de ejercer una actividad.
Carezco de los datos necesarios para poder dar una cifra más o menos rigurosa sobre el dato real de desempleo en España, pero podemos estar seguros de que no es de cuatro millones de personas. Y es importante realizar esta distinción por respeto a aquellas personas que efectivamente están desempleadas y efectivamente están paradas, porque ellas sí que están viviendo un drama, un drama que no puede extrapolarse a todos los desempleados registrados en las oficinas del INEM.
Por respeto hacia ellos, no volvamos a confundir desempleado con parado, por favor.