EL CRISOL – Pascual Mogica Costa
La renuncia del juez Baltasar Garzón a seguir con el procedimiento penal contra los crímenes de franquismo nos deja con la sensación de que debe de aclararse de inmediato quien tiene la competencia en todo lo concerniente al desarrollo de la Ley de la Memoria Histórica. Desde luego yo lo tengo bastante claro: Lo ocurrido con el juez Garzón refuerza mi convencimiento de que es la Administración, el Gobierno, quien debe entender, decidir y resolver sobre esta cuestión.
Creo que a nadie se le escapó la inutilidad de la iniciativa de Garzón de poner ante los tribunales de justicia a todos los que formaron parte directa de la represión franquista y los crímenes que en ese periodo se cometieron. Y todo ello por una razón muy sencilla: todos ellos han fallecido. No obstante la mayoría de los españoles de bien están de acuerdo con que se restituya la dignidad y el buen nombre de las víctimas del franquismo, pero de ahí a que rindan cuentas ante la justicia los responsables de esos crímenes, esa mayoría no está por que se apliquen medidas que más que como una actuación legal tendrían un cierto tufo a represalia y eso, en opinión de muchos, sería ponerse a la altura del franquismo.
Es mucho lo que los familiares de las víctimas del franquismo han tenido que soportar. La verdad es que sentí pena e indignación cuando alguien dijo, refiriéndose a los familiares de los depravados franquistas, que «había que tener en cuenta a los hijos y nietos de estos» ya que no tenían por que sufrir y avergonzarse por lo que sus padres y abuelos hicieron. Es evidente que quien esto dijo no tuvo en cuenta lo que los familiares de las víctimas del franquismo, esposas, hijos, nietos, hermanos, padres y demás familiares tuvieron que soportar y como eran mirados y considerados en sus respectivos pueblos y ciudades. No voy ha decir nombres, pero en mi ciudad, en Elche, el hijo de un republicano muy famoso que murió en la cárcel, sufrió muy duramente el rechazo de todos. El muchacho era un solitario, pero no por propia voluntad sino por el repudio de los demás. Era cruel el que a un adolescente que no se metía con nadie y no hacía mal a nadie, le apodaran el «Veneno» por las circunstancias concurrentes en su famoso padre que cometió el «delito» de hablar de amor y de libertad y por eso falleció en prisión.
No soy partidario de nada que se parezca a revanchas y venganzas, pero si lo soy de que se haga justicia con las víctimas del franquismo y de que muchos dejen de poner palos en las ruedas al caminar de una causa legítima: La restitución de la dignidad a unas personas que lucharon por la libertad y por la justicia. Justicia que no les hicieron a ellos.