España ofrece unas condiciones geográficas idílicas para acoger a las personas mayores del resto de Europa. Algunos proyectos se pueden extender por el Mediterráneo y beneficiar a las economías locales.
Más de 160.000 personas mayores de 65 años de origen europeo viven en España. Este país tiene unas características como la cantidad de días de sol, la temperatura, el ritmo de vida… que atraen a alemanes, ingleses, holandeses… Los jubilados europeos buscan pasar los duros inviernos de los países del Norte en lugares con mejor clima, donde puedan pasear y disfrutar del sol. Para ello, España tiene que estar preparada para acogerlos y poder atender las necesidades sociosanitarias de estos “nuevos turistas”.
La atención a estas personas, según empresarios y sindicatos, puede generar cerca de 20.000 puestos de trabajo directos y movilizar más de 500 millones de euros al año. Además, del dinero que estas personas gastan en ropa, calzado, cafeterías… Empresas como Sanyres llevan más de tres años trabajando en la costa de Málaga con personas mayores extranjeras. Tienen residencias para estancias temporales y terapéuticas para jubilados alemanes. Desde 2005, han pasado más de 800 personas por sus alojamientos especializados.
“Para ello, hemos puesto moquetas por todas las estancias y en los menús hay salchichas”, explica el director.
Es un nuevo mercado que no va a dejar de crece. Se necesitarán más médicos geriatras y personal cualificado para ayudar a los mayores, una oportunidad que España no puede dejar pasar. Para el año 2050, Naciones Unidas prevé que más de un 30% de la población en Europa será mayor de 65 años. Además, de los gastos en la Hacienda pública, también se abren nuevas posibilidades de negocio. España podría convertirse en la “Florida europea”, donde miles de jubilados pasen sus días tomando el sol y comiendo paella.
Nuestros líderes políticos y empresariales tienen que estar listos para hacer de España un lugar atractivo para estos mayores con poder adquisitivo. Hay que preparar parques, comercios, espacios de encuentro, residencias y alojamientos para ellos, sin olvidarse de darles la cobertura sanitaria que necesiten, porque antes de consumidores son personas con dignidad. La temporada baja en el turismo de sol y playa puede ser reconvenida para estos mayores del Norte de Europa que tienen dinero y tiempo para poder pasar los inviernos al sol.
En la actualidad, las residencias de las zonas de Levante son las que tienen menos demanda. Sin embargo, el presidente de la Federación Empresarial de Asistencia a la Dependencia (FED), José Alberto Echevarría, “aún no ha llegado el desembarco que se espera.” Hoy, hay jubilados y mayores que aún no han entrado en situación de dependencia. Comisiones Obreras, explica que, de los mayores europeos residentes en España, sólo 25.000 se encuentran en esta situación.
Uno de los inconvenientes con los que se encuentran estas personas es que España aún no tiene suficiente personal sanitario cualificado. Faltan médicos, geriatras, enfermeras… Y no debemos tardar en comenzar a formar a jóvenes en estas profesiones. En tiempos de crisis, como los que hoy sufrimos, hay que aprovechar estos “nichos de mercado”. Además, muchos de los jubilados europeos están acostumbrados a tener atención a domicilio profesional y rechazan las residencias. Así, hay que formar también a este tipo de personal.
España es un país con unas condiciones metereológicas envidiables, lo que supone la posibilidad de ser pioneros en un Mediterráneo donde los mayores puedan tener una mejor calidad de vida. Además, puede ser una experiencia que se puede exportar a países como Marruecos, el Sur Italia o Grecia, con condiciones similares. A pesar de todo, no debemos caer en el recurso fácil de ver a los mayores como meros objetos de consumo en lugar de personas con necesidades. La población mundial está envejeciendo, pero las personas mayores cada vez cuentan menos en la sociedad. Una paradoja real que hay que cambiar para conseguir unos mayores activos e integrados como ciudadanos.
Ana Muñoz Álvarez
Periodista