Internet está dejando al aire muchas de las oscuras intenciones de los medios y grupos de comunicación clásicos. Ya lo decía Juan Varela en su artículo Pedro J. Ramírez anuncia cambios contra el «hundimiento». Y ponía el dedo sobre la llaga.
Me explico. Curiosamente esta semana leía en Theslogan Magazine una noticia relacionada con el tema que nos ocupa, en la que destacaba la influencia en la escena pública de los bloggers afirmando, entre otros, por ejemplo, que era el canal más nuevo para hacer marketing de nicho en el Siglo XXI.
En dicha noticia se indicaba que según Technorati, en junio de 2008 había más de 112.8 millones de blogs en todo el mundo, con un promedio de 175.000 nuevos que se crean cada día en todo el mundo.i Cada día hay más de 1,6 millones de publicaciones, a una velocidad de 18 publicaciones por segundo, si bien es cierto que, apenas el 1%, de esos blogs se actualizan semanalmente. Pero en todo caso, los blogs, ganan cada día adeptos e influencia. ¡Qué miedo!
Y para seguir en esta línea argumental, me topo hoy con otra información de la revista Consumer en la que habla de los límites legales de los blogs. Tras trece años de ejercicio en la profesión de abogado, este titular me huele muy mal. Y es que la UE está muy preocupada porque no se saben si somos -los blogs o bloggers- medios de comunicación o qué coño de extraños generadores de información. Tal vez fuimos abducidos una vez por seres de otro planeta en el que la libertad de expresión sí se ejercía.
La noticia sigue diciendo que el Parlamento Europeo considera que los blogs han supuesto una nueva forma de contribuir a la libertad de expresión. Sin embargo, cree que son una herramienta cada vez más usada por los profesionales de los medios de comunicación, por lo cual deben ser regulados, al igual que el resto de medios convencionales.
Aquí es donde está el quid de la cuestión. Nos quieren meter en el mismo saco para adjudicarnos líneas editoriales y ponernos bozales azules o rojos, según el paganini de turno.
Y no, señores burócratas europeos. Y no, señores encastillados en despachos lujosos. No. Francamente, no.
La Red, Internet, es lo que tiene. Ni amo, ni señor. Y los que escribimos, opinamos o creamos pajas mentales en nuestras bitácoras, a diario, no necesitamos leyes, porque para eso los british son muy listos y allí dicen que a más policía, más ladrones.
Las normas están bien para saber en qué se gastan la pasta los ociosos diputados españoles o europeos o por qué algunos directores de medios de comunicación parecen, con sus fastuosas celebraciones, magnates de Wall Street, para pedir, luego, ayuda estatal.
¡Por Dios!, ¡pardiez! que nos quieren tapar la boca.