Especie silenciosa y valiente, denominada “rey de los peces” por el escritor inglés Isaac Walton, el salmón atlántico (Salmo salar) tiene un futuro improbable, al menos en el sur de Europa. A las amenazas de sobrepesca (la temporada de pesca comenzó el 1 de mayo) y degradación de hábitat, se une la del cambio climático. El calentamiento de las aguas desorienta a los peces y les obliga indirectamente a migrar hacia otros ríos.
“El clima benigno de temperaturas elevadas y sequía que indica el índice global NAO (Oscilación Norte Atlántica, en sus siglas en inglés) favorece el extravío de los salmones, y aumenta su migración a ríos vecinos”, confirma Eva García-Vázquez, bióloga de la Universidad de Oviedo y autora de un estudio que este mes publica la revista Global Change Biology.
Según la organización conservacionista WWWF, en España había 43 ríos históricos de salmones, pero los peces se han extinguido en 29 de ellos (en el 67% del total). Los salmones atlánticos se concentran en ríos de la Cordillera Cantábrica y de Galicia, pero hoy su situación es crítica en seis ríos, en tres de ellos están “en peligro”, y en uno, el Nansa (en Cantabria), su situación es “vulnerable”.
En la actualidad los expertos consideran que sólo hay poblaciones sanas de salmón en cuatro ríos españoles. Aunque, en realidad, el 90% de las poblaciones sanas conocidas se encuentran en Noruega, Islandia, Escocia e Irlanda.
Además hoy se desconoce el número de ejemplares vivos en España. Sólo se conoce la cifra de individuos pescados, pues la normativa española autoriza su pesca. “No hay censos oficiales de salmones, sólo hay registros de los pescados, que ya están muertos y no van a reproducirse, por lo que son justamente los que no forman ya parte de la población”, señala García-Vázquez.
La investigadora critica la imprecisión con la que se cuenta el tamaño real de las poblaciones de salmones, a través de indicadores de pesca que señalan que “si hay años en los que se pescan más salmones es porque hay más en el río”.
Embalses, contaminación y cambio climático
La pérdida de hábitat de los salmones se debe, sobre todo, a la reducción de áreas de freza (vertido de los huevos por las hembras en su ambiente), a causa de la construcción de embalses y estructuras como diques para obtención de energía hidroeléctrica, o proyectos de ingeniería fluvial en los cauces de los ríos.
Las pesquerías, las extracciones de agua y la pérdida de vegetación de riberas también minan al salmón. Pero son la contaminación y la sobrepesca en los ríos y en el mar “los que más contribuyen al declive de la especie”, puntualiza Eva García-Vázquez.
Además, la experta, que ha estudiado la evolución del salmón a partir de indicadores climáticos en los últimos 15 años, asegura que el cambio climático se ha convertido en una amenaza real para los salmones: “El calentamiento global altera sus ritmos migratorios, modifica su momento de entrada a los ríos en las dos orillas del Atlántico (en Norteamérica y en Europa) produciendo asincronías en todo el ecosistema”.
Una supervivencia complicada
Ahora los salmones tardan más en llegar a los ríos ibéricos tras su estancia en el mar, así que acortan el tiempo de ascenso por el río y de elección del lugar de desove. También ha aumentado la maduración temprana de los machos, y el intercambio de individuos entre ríos vecinos; es decir, la llamada ‘tasa de extravío entre ríos’.
“Las previsiones son negativas porque afectan al salmón y a las especies de las que se alimenta. Como es un animal que prefiere el agua fría, su distribución irá desplazándose hacia el norte y reduciéndose”, indica la investigadora.
Las poblaciones de salmón buscan la estrategia para maximizar sus probabilidades de supervivencia en condiciones hostiles, pues “es una especie nativa del Atlántico Norte y tiene preferencia por aguas frías”, insiste la bióloga.
Además de estas amenazas, hay varios momentos críticos en la vida de este pez. El primero es cuando el alevín reabsorbe la vesícula, debe empezar a alimentarse, y sale del nido de guijarros que la madre construyó en el momento de la puesta para protegerlos de depredadores. “Otro momento fisiológicamente muy vulnerable es el del esguinado, cuando el pez cambia su fisiología para adaptarse del agua dulce al agua salada, y migra al mar”, apunta García- Vázquez.
Para evitar que los salmones desaparezcan de los ríos españoles, la comunidad científica lo tiene claro: hay que proteger su hábitat fluvial y todas sus etapas en el río, que es donde se reproduce, con planes de gestión sostenibles.
PERFIL DEL SALMÁN
– Número de ejemplares: Los últimos años no superan los 5.000 ejemplares entre todos los ríos españoles, con grandes oscilaciones entre años.
– Hábitat: Ríos de la Cornisa Cantábrica y Galicia, desde el Bidasoa hasta el Miño.
– Amenazas: Sobrepesca, reducción del hábitat, alteración de las especies del ecosistema marino y fluvial (disminución de sus presas y/o aumento de sus depredadores), contaminación, cambio climático, entre otros. El salmón es una especie sensible a las alteraciones del hábitat, por ello, al atravesar una etapa marina y otra fluvial se ve afectada por ambos medios.
– Esperanza de vida: El ciclo completo dura cerca de cuatro años en los salmones ibéricos. Muchos de ellos sólo viven dos o tres años (uno o dos años en el río y uno o dos en el mar). De forma excepcional pueden vivir cinco años (tres años en el mar).
– Alimento: En el río se alimentan de macroinvertebrados, insectos (larvas) y otros peces, incluso de salmones juveniles. En el mar comen gambas, calamares, y otras especies de peces como el arenque. Como otras muchas especies, pueden ser caníbales y comer ejemplares menores de su propio grupo y huevos de salmón.
– Relaciones con otras especies: Los arenques y truchas grandes comen salmones pequeños y viceversa. Además de esta relación de presa y depredador, con la trucha común el salmón tiene una relación reproductora y de cortejo, ya que hibrida de forma natural (aunque en pequeña proporción y sólo cuando hay escasez de parejas de salmón).
– Pesca: Cada país tiene una normativa diferente. En España hay un cupo máximo de salmones por pescador, día, y temporada de pesca. En concreto para la temporada de pesca iniciada el 1 de mayo de 2010, los permisos son los siguientes:
Bidasoa: Captura de un salmón por pescador y por día con una talla mínima de 40 cm. La temporada finalizará el 18 de julio o cuando se capturen 20 ejemplares.
Cantabria: El cupo máximo de la cuenca salmonera es de 100 salmones (40 ejemplares en el río Pas, 25 en el Asón, 20 en el río Deva, y 15 en el Nansa). Una captura por pescador y por día, y tres ejemplares por pescador y temporada. La temporada finalizará el 30 de junio.
Galicia: La Consejería de Medio Rural ha recortado para la nueva temporada el número de ejemplares respecto al 2009 en el río Ulla (de 60 a 50 individuos de 40 cm –un ejemplar por persona y día).
—————————–
Referencia bibliográfica:
América García-Vázquez Valiente; Edgard Beall, Eva García-Vázquez. “Population genetics of south European Atlantic salmon Ander global change” Global Change Biology 16 (36-47), mayo de 2010 doi: 10.1111/j.1365-2486.2009.01922.x
“La situación del salmón salvaje del atlántico: una evaluación por ríos” WWF, mayo de 2001.