¡Por fin!
Por fin después de años de espera, hemos conocido la sentencia del TC sobre el Estatut de Catalunya y ya era hora.
Los demócratas de verdad, de Barcelona, Valencia, Madrid, Sevilla, Ávila, Pamplona…. los que creemos en la democracia, hemos aceptado la sentencia del órgano que tiene como función interpretar la legislación y decir si está o no acorde con la carta magna, el pilar básico de la democracia, la democracia de todos.
Por desgracia, no todos los que dicen ser »demócratas» lo son, o al menos, no lo demuestran. No demuestra una persona ser demócrata cuando dice que no acata y no respeta una sentencia objetiva del poder judicial. No es demócrata cuando intenta que su verdad, esté por encima de la ley, de la carta magna y de la propia democracia.
Sr. Montilla, usted tiene una responsabilidad muy grande como representante de la sociedad catalana; usted tiene que acatar la sentencia, dar ejemplo y cumplir su función como Presidente de la Generalitar. No puede llamar a la revolución a ningún ciudadano y debe llamar a la calma a sus socios políticos.
Dice usted, sr. Presidente de los catalanes, que empezará »por una reacción unitaria, serena, masiva, cívica y democrática, que canalice la indignación y el rechazo». ¿El rechazo a la Carta Magna que votó el pueblo español (también Catalunya) en el 1978? Yo me indigno cuando les escucho hablar de esta manera, intentando tirar por la borda los consensos democráticos que tanto nos constaron conseguir. Respeten lo aprobado aunque no les guste.
¿O usted se cree que a mi me gusta que ustedes cobren los sueldos que cobran? ¿O que existan tantos parados? ¿O que la educación en España esté tan mal? ¿O que tengamos que aguantar una ley electoral injusta? ¿O que tengamos que aguantar que se multe en España a ciudadanos por rotular en castellano?
¿Cree usted que todo eso me parece justo, que me gusta? ¡NO!
Pero como creo en la democracia, lucho día a día por intentar cambiarlo desde dentro, como toca. Por suerte las leyes se pueden modificar, también la Constitución.
Menos mal que la justicia ha hablado y ha puesto las cosas en su sitio, ha dictado que ninguna lengua está por encima de otra como usted pretende multando a ciudadanos por rotular sus negocios en castellano, no ha permitido que su legislación esté por encima que la del Estado, etc.
Aunque el colmo ha sido el Presidente del Parlament Catalán, el Sr. Benach (ERC) que ha dicho que »el pacto entre Catalunya y España está roto». ¿Pero quién es usted para decir eso? No existe ningún contrato entre catalanes y españoles. Existe una Constitución y un referéndum en 1978 dónde los catalanes AVALARON la Constitución, esa que hoy les ha tumbado algunos artículos y ni usted ni nadie van a conseguir romper España, por mucho que sigan intentando dividir día a día a la sociedad catalana con consultas inútiles, pues no tienen utilidad alguna.
Hoy he intercambiado diversos debates con personas y políticos al respecto, sobre todo a través de la red social Facebook, dónde he intentando argumentar mi postura.
Algunos dicen que el referéndum de los ciudadanos para el Estatuto y el apoyo del Congreso y Parlamento Catalán, deberían pesar más que una sentencia.
Entiendo entonces, que si en Ceuta, por poner un ejemplo, la Asamblea de Ceuta aprueba una ley por la que se permite la pena de muerte, ésta es refrendada por la ciudadanía y pasa por el Congreso, es constitucional por mucho que una sentencia posterior diga lo contrario. Lo siento pero no. La ley es la ley y hay que cumplirla, estén en contra un parlamento, dos, tres, cuatro…. Si algo no te gusta, lucha por cambiarlo, pero acepta lo que hay. ¿Tan difícil es?
¡Es democracia!
En conclusión, hoy tenemos sentencia, Catalunya de nuevo dividida. Por una parte los que creen en la democracia, en las instituciones, en el poder judicial y en la Constitución y aceptan la sentencia, y por otra parte, aquellas personas que siguen pretendiendo que SU verdad esté por encima de la ley, de las instituciones, del poder judicial, de las personas y de la Constitución.
De nuevo amigos y amigas, España, el país dónde el sentido común sigue siendo el menos común de los sentidos.
Por lo menos me queda la satisfacción de saber que estoy en el bando de los demócratas.
Un ciudadano de centro. *Comentarios en: http://davidgarciaarticulos.blogspot.com/2010/06/la-revolucion-de-los-falsos-democratas.html