Hoy han comenzado las rebajas, pero no sólo a nivel comercial, sino a todos los niveles, rebajas a nivel social y a nivel moral y ético, unas rebajas que, en principio están en el 50%, pero que a medida que avanzan los días es probable que se incrementen los porcentajes de bajada.
Unas rebajas que desmoronan toda nuestra fachada de austeridad y nos obligan a lanzarnos al consumismo exacerbado, un consumismo necesario en estos momentos de crisis, tanto para los comerciantes como para los ciudadanos, para los primeros por razones económicas evidentes y para los segundo por razones de vacío existencial clamorosas.
Un comerciante aprovecha el tiempo de rebajas para dar salida al producto que no pudo vender durante la temporada y lo hace a precios más asequibles para el consumidor, unos precios con los que todavía obtiene beneficio, lo cuál da una ligera idea del porcentaje de ganancia que obtienen en situaciones normales, algo lícito, sin duda, aunque discutible.
Un ciudadano, por su parte, necesita las rebajas para consumir, para rellenar el vacío interior que siente con compras compulsivas que le hagan sentir bien, para poder alimentar su ego de posesión, un ego que hemos venido alimentando durante ya demasiado tiempo, y que sólo la crisis ha conseguido aletargar ligeramente.
Por tanto, se da la combinación perfecta, productos a precios asequibles y consumidores ávidos de consumo. Nos empeñamos en tratar de resolver la crisis económica, pero no nos damos cuenta de que la verdadera crisis es la social, vivimos en una sociedad sin valores, anclada en un personalismo atroz e incapaz de destapar, de verdad, no de cara a la galería, valores tan en desuso como la solidaridad.
Sólo unos pocos saben apreciar lo realmente importante de la vida, necesitan poco en lugar de tener mucho, porque esa es la clave de la felicidad, por mucho que nos quieran vender lo contrario. El consumo es necesario para el desarrollo de nuestra sociedad capitalista, eso es evidente, pero hay muchos tipos de consumo, uno es el díscolo y repleto de frivolidad, que es el que nos abruma en la actualidad, y otro es el responsable, justo y ético, que es al que deberíamos encaminarnos si fuéramos personas responsables.
Sin embargo, estamos de rebajas, así que yo también rebajaré el tono moralista de este artículo y animaré a todos y a cada uno a ser uno mismo, a comportarse como tengan a bien, para vivir en una sociedad más libre y más justa.