Dice la ONU que cada año generamos cuarenta millones de toneladas de basura electrónica, y que toda ella va a parar a lo que hemos etiquetado como Tercer Mundo. Basura electrónica que mata, que genera cáncer entre los que no tienen más remedio que manipularlas para poder sobrevivir a la extrema pobreza en la que viven. Miguel Ondarreta pone los pelos de punta cuando desgrana con todo lujo de detalles esta aberración humana que yo llamo crimen organizado. Y como no podía ser de otra manera, la mayoría de lo que llega a estos basureros tóxicos procede de Europa y Estados Unidos.
Voy a copiarlo literalmente porque no tiene desperdicio. Escribe E.F. en una revista semanal lo siguiente: “En los 70, unos piscicultores de EE.UU. importaron carpas asiáticas –devoradoras de hasta cuatro metros- para que limpiaran sus estanques de materia en suspensión y algas. En los 90, una gran inundación desbordó las piscifactorías y las carpas “saltaron” al Misisipi y, luego, al Illinois. Hoy ya están a un paso del lago Michigan y cunde el pánico: su llegada a los Grandes Lagos, ecosistema amenazado por otras especies invasoras, sería letal. ¿La solución? Castración química y pesca eléctrica”.
¿Y qué me dicen de la cantidad de aviones no tripulados que se están fabricando única y exclusivamente para matar a placer? La “cosa” parece de videojuegos, ¿verdad?
Claro que, no se queda atrás la denuncia de la Organización Mundial de la Salud (OMS) acerca de que solamente un tercio de las personas enfermas de sida reciben tratamiento, alertando su director de departamento que debido a los recortes en el presupuesto de los países que donan, los recursos que se destinan para combatir el VIH disminuirán. Algo que es motivo de honda preocupación para Bill Clinton y Bill Gates, ambos implicados muy directamente en este asunto por las aportaciones que realizan y por las continuas llamadas de alerta que hacen a la población para promover la prevención. Anuncia Bill Gates que: “No podemos seguir gastando los recursos exactamente de la misma manera en que lo hacemos hoy. Tenemos que asegurarnos de que estamos consiguiendo el mayor beneficio de cada dólar de los fondos para el sida”.
Y si ya nos metemos a fondo con el “oro líquido”, ¿qué nombre le ponemos y qué hacemos con quien asesina impunemente a la naturaleza en nombre del Dios petróleo? Al desastre, de incalculables consecuencias medioambientales, producido en un pozo instalado en el Golfo de México y que pertenece a la British Petroleum, le sucede ahora en China (la impenetrable China) y por causa de una serie de explosiones ocurridas en los oleoductos instalados en el puerto de Dalian otro vertido inmenso al mar de aproximadamente unas 1.500 toneladas de crudo, ocupando la mancha, de momento, cerca de 200 kilómetros cuadrados. Que esto es lo que llega a los medios de comunicación, que ya se sabe que China es una caja gigantesca y sellada a conciencia.
Locura. Locura colectiva, sin duda, en un mundo abocado al abismo sin remedio, en un mundo en el que lo expuesto supone tan sólo “un detalle” de lo que se “despacha” a diestro y a siniestro y a diario desde el alba hasta el ocaso. Locura del autodenominado ser humano, que envuelto en harapos o en la descarada púrpura no acierta a recomponer la figura y, perdido, va de piedra en piedra, tropezando como loco porque tiene la palabra ciega, porque le ciega EL PODER.
*http://jesusconde.blogspot.com
(Ilustración del autor)