La educación, el civismo, el respeto, el saber estar; todo eso que a los que ya somos viejos y caminamos hacia “el último andén donde nos recogerá el tren que nos lleve al otro lado de la vida”… nos enseñaban nuestros mayores; fue entrando en una decadencia en aumento siempre y hasta que se ha llegado a la situación actual, que en la España desde donde escribo, es alarmante; o se mi apuran, es ya aberrante.
Desconozco lo que ocurre en otros países, pero al parecer, ocurre algo similar, puesto que al haber desaparecido el “orden familiar”; cada miembro de la familia, marcha por su lado y desde la guardería a la que es llevado el bebé, a la soledad y descontrol en que se van criando a medida de su crecimiento… “cuando quieren podar y controlar al nuevo arbolito humano, ya éste se encuentra demasiado enquistado, endurecido, o lo que antes se denominaba, mal criado; que difícilmente se le puede reconducir por el muy largo abandono en que fue transcurriendo su vida”. Ello alcanza igual a hombres que a mujeres.
Así ocurre que se ha llegado a esa situación en que siendo más niños que otra cosa; se creen mayores y responsables de sus propias vidas; y se lanzan hacia todos los goces habidos y por haber y… “antes de haber saboreado el agua y el pan de cada día, llegan a estar hartos de muchos otros sabores de los que no debieron haber tenido conocimiento, hasta bastantes años después”; pero… ¡Oh la juventud! La maldita propaganda demagógica y consumista, los ha deformado, de tal forma y manera, por cuanto son los máximos consumidores de todo y por ello había y hay que envenenarlos, para que consuman cuanto más mejor y sea lo que sea. La brutal sociedad de consumo los ha utilizado sin piedad y los sigue utilizando.
¿Los gobiernos? ¿Pero hay gobiernos? A la vista están las enormes carencias y en las que destacan las principales de todas, formación integral y por tanto educativa en todos los campos en que de verdad fortalecerían al ser humano.
Es notorio el desprecio o conmiseración con que hoy y en general, el joven mira al mayor o viejo; la absurda superioridad en que muchos se creen o sitúan, sin saber valorar lo que significa la escala de valores y lo que significan esos viejos en la marcha de la vida; y en todo lo que esa juventud consume o disfruta, sin que recapaciten en que ellos aún, no saben producir lo necesario ni para el pan y agua que consumen cada día; no digamos de la infinidad de caprichos y lujos que derrochan.
No tienen la más somera idea de qué y de dónde procede toda esa infinidad de bienes de consumo, que proceden de un esfuerzo humano y conjunto, al que ellos aún ni han participado ni en realidad saben cuándo ni como van a participar, puesto que algunos, demasiado inútiles o inutilizados, aún y con más de treinta años de edad, permanecen y viven bajo el paraguas de sus propios padres, a los que parasitan sin escrúpulo alguno.
Esa mala educación que se nota tan tristemente abundante en el comportamiento en la calle, en el establecimiento que sea, en los transportes públicos y en general en cualquier lugar y de infinitas formas. No hablemos de lo que ocurre en los centros de enseñanza (¿a qué enseñan allí?), discotecas, reuniones más o menos multitudinarias y sobre todo donde se consume alcohol y drogas, con la profusión en que hoy se hace. Allí las peleas e incluso con resultado de muerte, no son cosa ya extraña.
Y no hablemos del comportamiento en esos lugares de encuentro en la red de Internet, donde y debido al anonimato, cualquier imberbe o niño de menor edad, quiere avasallar a cualquier otro que se le oponga y no atendiendo a razonamientos, posiblemente por su no preparación para el diálogo; cortan al que sea y como sea, insultándole de la forma más soez que se les ocurra. Lo lamentable es que quienes dirigen esos foros, en general aceptan toda esa basura, puesto que son lugares no para educar y formar a la gente, sino para recibir cuantas más visitas mejor, ya que la propaganda que sostiene a esos portales, es lo que interesa.
Y así va la vida… esta vida que los idiotas preconizaron de progreso, pero ya estamos viendo el progreso hacia donde va caminando. Y nadie de los que tienen el poder se preocupa de ello. A ellos sólo les preocupa su panza y su bolsillo.
Quizá lo que hoy padecemos guarde relación con aquella recomendación del sabio de los sabios, a los gobernantes: “Mantened al pueblo en un término medio. Pobres se envilecen, ricos se llenan de soberbia”; lo dijo, entre tantas otras cosas, Pitágoras y al que cito de memoria… y ya han transcurrido 2.500 años.
Antonio García Fuentes
(Escritor y filósofo)
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