EL CRISOL – Pascual Mogica Costa
Me encuentro con mi amigo Mateo y después de saludarnos, hacía tiempo que no nos veíamos, nos ponemos a charlar y a lo largo de la plática observo que mi amigo está extraño. Le pregunto qué es lo que le ocurre y me dice que está harto de vivir en esta sociedad egoísta e insolidaria, que aquí cada uno va a la suya. Le pido que se explique mejor y me responde hablándome sobre la situación que se crea como consecuencia de una huelga sectorial y me recuerda aquel comentario mío publicado hace un tiempo en cual yo decía que las huelgas sectoriales se podían definir como “el pueblo contra el pueblo”. Le dejo que se explaye y me dice que él está por el derecho de los trabajadores a la huelga, pero lo que no se puede tolerar es que una huelga sectorial, la general es otra cosa, es la protesta de todos los estamentos del trabajo, pueda reportar beneficios a los convocantes y perjudicar a los demás ciudadanos. Esto no se puede admitir y me dice que efectivamente tenía yo razón en aquello de “el pueblo contra el pueblo”, el pueblo es quien sufre todas las consecuencias de una huelga sectorial. La empresa o empresas involucradas en ella pueden ser tan culpables de esa situación como lo puedan ser los que practican el paro laboral por tanto los quebrantos que puedan sufrir podrían estar justificados, pero los ciudadanos no. Hay huelgas que perjudican seria y muy duramente a los ciudadanos y estos se ven indefensos ante una situación que de antemano se sabe que los únicos perjudicados van a ser ellos, los vecinos. Me dice Mateo que hay quien dice que se debe regularizar la huelga, muchos de los que esto dicen son gente que quiere hurtarle ese derecho a los trabajadores y que no está de acuerdo con ellos, pero que sí se debería contemplar en la ley que los ciudadanos que se consideran dañados por efectos de una huelga puedan pedir daños y perjuicios a los que la han promovido. Ante mi cara de sorpresa me dice que no me asombre por lo que acaba de decir, que para él es muy lícito el plantear una reclamación y que el mismo derecho tiene un ciudadano a defender sus intereses que lo pueda tener un huelguista. Añade que está harto de que se apele al derecho a la huelga y se pida respeto para los que la practican y luego ves como los huelguistas no permiten que se respeten los servicios mínimos y al final se cae en el caos y en la falta de una atención y respeto hacia las personas que no tienen nada que ver en el conflicto. Y que por descontado no aprobaba el que en la mayoría de los casos las huelgas eran llevadas a efecto por sectores que no tenían precisamente motivo de queja al lado de otros menos afortunados pero que su actividad laboral, en caso de paralizarla, no tendría ningún tipo de repercusión en lo que a causar daños a la ciudadanía, de ahí que según él lo que deben practicarse son huelgas generales que puedan beneficiar a todos. Aunque reconoce que no es el momento.
Intenté hacerle razonar y me respondió diciéndome que el que debería pensar y razonar sobre lo que él ha dicho era yo. Reflexionemos pues.