EL CRISOL – Pascual Mogica Costa
A raíz del lanzamiento de dos misiles de la clase “Zapato” que un periodista iraquí llevó a efecto sobre la persona, lo de persona es un eufemismo por mi parte, del presidente USA en funciones, George W Bush, me han venido a la mente una serie de prendas de vestir que por diversas circunstancias se han hecho famosas y han traspasado el umbral de la historia.
En el mundo de la ficción tenemos el zapato de Cenicienta, los calzoncillos de Superman, famosos por que los lleva encima de los pantalones y no debajo, y el taparrabos de Tarzán, que por cierto los eruditos en el tema aún no han podido explicarse como una trozo de tela tan pequeño podía tapar los genitales de un hombre tan “grandote”. Posiblemente estuviese algo desproporcionado. Pero siguiendo con las prendas de vestir famosas tenemos el célebre e histórico zapato del ya fallecido primer mandatario ruso, Nikita Kruschev, con el cual y durante un discurso que estaba pronunciando en la sede las Naciones Unidas descargó varios “zapatazos” sobre el atril desde el cual estaba hablando. En el apartado de zapatos célebres ya he mencionado el de Cenicienta y los del periodista iraquí, que por cierto no anduvo mal de puntería, lo que pasó es que Bush, creo que por primera vez en su vida, estuvo bien de reflejos y los pudo esquivar.
Refiriéndome a otras prendas de vestir tenemos el apartado correspondiente a los calcetines. Tenemos los calcetines de Esperanza Aguirre, la heroína de Bombay, sobre los cuales se dijo que iban a ser subastados. También están los calcetines de Mariano Rajoy, aquellos que lució cuando acudió a presenciar el torneo Conde de Godó y que la prensa “maldita” mostró muy gráficamente ofreciéndonos unas imágenes de los talones de los pies de Rajoy con dos enormes “tomates”. Otros calcetines famosos fueron los del ex presidente del Banco Mundial, Paul Wolfowitz, que durante una visita a una mezquita turca tuvo que descalzarse encontrándose con la desagradable situación de que los dos dedos “gordos” de sus pies se salían de la funda de los calcetines y se mostraban como dos lozanos tomates.
Esto último, y lo anterior también, puede parecer algo irrelevante y sin sentido, pero en el caso de los calcetines, sobre todo en los de Rajoy y Wolfowitz, creo que en aquellos momentos se estaba poniendo a manifiesto una premonición de lo que las cosas del dinero iban a ir mal en el futuro, ya que no se explica como dos señores que ganaban un buen dinero en sus respectivas profesiones o cargos, llevaban los calcetines rotos. Esto solo ocurría en mi niñez, lo recuerdo muy bien, cuando la cosa del dinero ni andaba escasa, ni suficiente, ni mucho menos óptima para la mayoría, vamos, que eran cuatro, como ahora, los que tenían el dinero, y todos íbamos con tantos remiendos en los calcetines que no quedaba nada de su forma original.
La verdad es que el calcetín siempre ha jugado un papel importante en lo que se refiere a la economía. El calcetín, junto con la loseta del piso, siempre ha sido un buen lugar para guardar el dinero. Ahora esa función la cumplen los bancos. Pero yo, visto como va la cosa de los bancos que más que bancos parecen “banquetas”, me quedo con el calcetín.